Capítulo 12. Estrellas y luz.

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Capítulo dedicado a @StivenMR ,
@lunacuchi y a @Ambar4ever

Darren.


—¿Qué tal si vamos afuera? —pregunta Luce.

La miro un segundo, aún rodeados de bailarines ebrios y gente boca con boca. Durante un buen rato, tratamos de bailar y charlar, pero Luce es tan mala bailarina que me pisó más de una vez y decidimos que lo mejor para mis pies era sentarnos en algún lugar libre y hablar.

Su mano está entrelazada con la mía y la sensación de las dos palmas juntas hace estallar mi corazón. Estar con ella es increíble, se siente legendario. Me imagino cómo se sentirá volver a rodearla con los brazos. Tal vez besar ese punto detrás de la oreja que siempre he querido probar. O mejor, conocer el sabor de sus labios rosados.

Puede que esté cayendo por ti.

Sacudiendo la cabeza, me digo que eso en este momento no puede ser. Luce puede hacer que mi corazón salte entre latidos, pero ella no necesita que yo la agobie con el flechazo que tengo por ella desde los dieciséis años, cuando William me habló de ella y la vi por primera vez. No necesita saber de mis sentimientos.

—¿Darren, podemos salir?

Oh, Señor. Me encanta cuando dice mi nombre. En su voz es tan dulce, suena como el chocolate caliente. Eso no tiene sentido, pero adoro el chocolate caliente.

Asiento y ambos nos levantamos. Nuestras manos se separan, pero Luce las vuelve a unir como si fuera lo más normal del mundo y entonces la guío entre los bailarines. La pego a mi espalda y salimos de la casa a tomar aire.

Sin embargo, antes de cruzar el umbral vislumbro a una castaña junto a mi amigo Shawn. Él la observa a ella con devoción, como si todas las maravillas del mundo no valieran nada frente a ella. Quizá él la ama y, cómo lo mira ella, quizás Kate también lo hace. Solo que con más timidez, más inseguridad.

¿Pero cuál es la razón de la inseguridad al amar? Quizá el no ser correspondido es una considerable razón para las debilidades, pero al saber que eres amado no hay lugar para las flaquezas, ¿no?

Puede que esté cayendo por ti.

—¿Darren?

Al oír su voz, prosigo con más camino, no sé en qué momento me quedé parado en el suelo, pero Luce me saca de mi ensimismamiento.

—Ya puedo sentir las puertas de la libertad —digo con un tono victorioso, como los guerreros de la guerra de Troya.

Luce solo pone los ojos en blanco. Adoro molestarla.

Cuando finalmente salimos, Luce respira hondo y empieza a correr al patio delantero de la casa. Como no soltamos el agarre de nuestras manos, me arrastra con ella a una carrera sin rumbo y casi provoca que me desplome en la mitad del patio de césped verde bien cuidado.

—¡Luce! —grito sin aliento. Ella me guía hasta llegar a la carretera y seguir con la pequeña competencia. Ríe contagiando a mi garganta también, hasta mezclar ambos sonidos y transformarlos en música.

—¿Has traído auto? —pregunta al habernos separado de la casa y recomponer la postura.

—Puedo pedir que venga Julien —sugiero mirándola de reojo. Estoy a unos pasos delante de ella, pero nuestra unión no flaquea.

Luces [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora