Capítulo 21. Luces.

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La semana pasa en un abrir y cerrar de ojos. Ya es sábado y estoy nerviosa, emocionada, eufórica, triste y preocupada. El día de ayer Darren se me acercó antes de que me fuera del Blaken a la casa que comparto con Sophie y me pidió que fuera a una cita con él porque nunca hemos tenido una. Y es verdad, ¿por qué nunca tuve una cita con Darren?

No tiene sentido, pero a la vez sí, pues hemos estado tan centrados en cada una de las cosas que se nos vinieron encima: mi adopción, la fiesta, nuestro primer beso, el día en el cementerio, mi hermano, nuestra “pelea”, su ida y el tiempo separados, que no nos paramos a pensar en ser una pareja normal y hacer cosas como ir al cine o tomar un helado.

Sin embargo, adoro que no seamos como las demás parejas porque él y yo no somos como las demás personas. Tenemos pasados que influyen en nuestro presente, tenemos heridas que todavía siguen sangrando, pero que sanarán, y tenemos sombras. Yo tengo sombras por las cuales sigo oscureciéndome. Pero sé que conseguiré iluminarme otra vez.

Es de noche y la oscuridad no me deja ver mi mano cuando palpo alrededor de las paredes para buscar el botón de la luz. Y cuando lo encuentro y lo presiono, descubro que se ha ido la electricidad.

Estoy sola en casa porque Sophie trabaja y quise dejar que Will y Liam descansaran una noche de mí. Kate está muy ocupada con Shawn y no quiero robarle su tiempo con él. Ahora mismo quiero estar con Darren y deseo que la cita no hubiera quedado para el próximo sábado, un día antes de que él tome un vuelo y se vaya muy lejos de mí.

Desde ahora me preparo emocionalmente para el día de su partida. Honestamente no quiero que se vaya, pero sé que su madre lo necesita.

Aún así, mi corazón es egoísta y quiere lo que quiere: a Darren conmigo.

Un sonido repentino me pone los pelos de punta y tardo cinco segundos en darme cuenta que alguien ha golpeado la puerta. Suena algo descabellado abrir la puerta una noche sin electricidad ni compañía, pero es lo que termino haciendo.

Ignoro los rechinidos de mis pasos sobre el suelo de madera y abro la puerta antes de que el miedo se apodere de mí.

—Buenas noches, ¿en qué puedo... —apago mi voz cuando veo dos hileras de velas blancas encendidas separadas por lo menos un metro de distancia—... ayudarle?

Cruzo el umbral y veo que el camino de velas sigue hasta detrás de la casa. Cierro la puerta detrás de mí y me dispongo a caminar por el espacio libre entre las velas. Todo está oscuro y al fijarme en una de las tantas llamas pequeñas mis ojos se ciegan por un momento.

Sigo caminando. Si esto es una forma de ser raptada entonces estaré perdida y no podré decirle a Kate que la quiero, a Sophie que la extraño cuando no está, nunca volveré a ver una película de súper héroes con Liam y jamás podré llamar a Will “papá” como si fuera una pequeña bebé que dice su primera palabra.

Nunca volveré a ver a Darren ni probar sus labios contra los míos ni sentir explosiones cuando me toca y...

Rio.

Su azulada mirada cariñosa me recibe junto a su linda sonrisa. Está vestido con unos pantalones caqui que me dan gracia y una camisa azul celeste con botones al frente. La luz de las velas lo hace ver más guapo y mis piernas tiemblan cuando pasa su peso de un pie a otro sin saber qué hacer.

Detrás de él hay un bonito olmo al que le cuelgan unas raras esferas por las ramas y las hojas. Y veo que Darren intenta ocultar una cesta de picnic que supongo tiene la cena.

No espero más y corro los pocos metros que me quedan del camino de velas y salto a sus brazos enganchada de su cuello con mis piernas alrededor de su cintura. Él rodea mi cintura y ríe antes de que pegue sus labios a los míos y lo bese con amor.

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