Capítulo 9. Convivencia familiar.

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—¿No te besó? ¿En serio? ¡Es un imbécil! 

—¿Disculpa? —pregunto incrédula por la reacción de Kate. 

—Es un imbécil. Nadie conoce a alguien tan atractivo un día y no lo besa —explica como si fuera la cosa más obvia del planeta.

Durante la clase de la señora Moore, me puse a platicarle a Kate sobre el día de ayer, exceptuando, claro está, mi adopción y todos los detalles que me fueron revelados.

—Si yo fuese él, no hubiese perdido tiempo —confiesa la chica, golpea su palma de la mano contra su pecho, orgullosa. 

—Primero, no nos conocimos ayer, solo empezamos a hablar como personas civilizadas sobre lo que tenemos en común y lo que no. Segundo, creo que eres la única persona que besa a alguien que acaba de conocer. —Pongo los ojos en blanco—. ¿Qué hay de Shawn? ¿Lo has besado ya?

Como reflejo, la sangre de mi amiga sube a sus mejillas y orejas. Nerviosa, Kate pasa una mano por un mechón de pelo y lo coloca detrás de su oreja sin saber que el retazo de cabello no estaba despeinado.

—Supongo que la respuesta a mi pregunta es sí —indago con una sonrisa de satisfacción en mis comisuras.

—¡No! —me corrige exaltada—. Ni modo, Lucy, eres un caso perdido.

—Tú eres el caso perdido —la señalo con el dedo índice—. Dices que besas a alguien cuando lo conoces, ¿pero qué sucede en el caso de Shawn? ¿Qué te lo impide?

—Es diferente, Lucy, es la primera vez que me ocurre algo así —dice jugando con las puntas de su cabello. Ignoro las ganas de replicar porque entiendo que se sienta incómoda con el tema de Shawn y que, para ella, todo este nuevo territorio le parezca tan desconocido.

—Cambiando de tema... —«No, por favor»—, ¡adivina quiénes saldrán el sábado a comprar accesorios para la fiesta del próximo viernes!

—Juanito y Petrolina Sinforosa —respondo y por dentro suplico a todos los dioses que el viernes haya una tormenta de nieve, aún cuando comienza otoño.

—¡Tú y yo, nena!

Varios de los estudiantes voltean a ver a la maniática que grita como una niña al comer su dulce favorito y yo no puedo desear ser más invisible ahora.

—Hola, Liam —saludo tomando asiento en mi lugar asignado y luego comienzo a sacar mis materiales de biología. Frunzo el ceño cuando observo con atención a mi compañero de prácticas.

—Hola, Luce —dice Liam devuelta, quien se espabila para parecer menos cansado, pero sin obtener buenos resultados.

—¿Qué te ha pasado? —le pregunto cuando sus manos dejan de cubrir sus ojos y unas sombras oscuras pigmentan la piel debajo de sus ojos. Liam me echa una mirada de soslayo y, por un escaso momento, observo sus ojos azules inyectados en sangre.

—Problemas familiares, eso es todo —responde con pereza y la voz llena de grava. Sin embargo, a pesar de su mal aspecto y de su trabajada forma de pronunciar oraciones, no le creo. Sé cuando alguien miente y es por el simple hecho de que yo lo hago muy bien.

—No sabes mentir, Liam. No vayas a agregar eso a tu lista de habilidades —Una lenta sonrisa estira sus labios. Abro mi libro de prácticas en la página veintisiete y mi lápiz comienza a cobrar vida en los espacios vacíos.

—No he dormido bien.

—Pues eso es obvio.

—No me has escuchado del todo —dice un poco frustrado. Despeina su cabello antes de volver a hablar y añade—: No he dormido bien desde que conocí a mi hermana.

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