Ayudar al projimo

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Intente dormir pero de verdad que no pude, por más que cerraba mis ojos y trataba de borrar lo ocurrido, pero en mi mente solo revoloteaban recuerdos de el en la cena,y mil veces el momento donde nos abrazamos y beso mi cuello, lo que más me llamo la atención fue la forma en la cual me contó aquella versión de Peter pan, ni fumándome un buen porro de marihuana podría inventar una cosa así.

¡Vaya que mi madre logro interrumpir mi depresión!_ sonreí  apretando mis ojos por la alegría que me provocaba la idea de conocer a alguien especial.

 después de unas horas de insomnio,la noche transcurrió en un abrir y cerrar de ojos. 

¡Iván!_ mi madre de nuevo, significaba que de nuevo me tocaba  escuchar el gran sermón de levantarme temprano, pero esta vez era más temprano que todos los días de mi vida.

saben pero no me importo, no me molesto levantarme temprano, como que conocer a ese tipo me cambio las pilas, estaba recargado, creo que es uno de los tantos efectos de el enamorado muy pocas veces lo he estado.

Cuando baje estaba una bolsa de mandado con los sagrados topers de mamá, con comida recién echa y una que otra fruta, a fuera de la bolsa una nota de mi madre. sonreí al verla

"Buen día hijo sabía que te tardarías en bajar así que llévale esto a nuestro nuevo vecino y amigo, es comida que le prepare, solo espero que le guste mi sazón . Salí al dentista te veo más tarde, te amo mucho"

Me encanta que mi madre me deje notas,las he guardado todas, desde que me volví confiable para ella y sus pequeñas labores en las que puedo ayudarle.

Pero esta tarea será una de las más difíciles. ¿Cómo debería reaccionar una persona normal después de haberse acariciado en lugares extremadamente privados al poco rato de conocerse?
¿Debo olvidar ese día?
Sentía pena, a pesar que yo no fui el que inicio, aun que yo tuve la culpa por no saber poner un alto, nunca logro ponerle alto a nadie.

Solo miraba la bolsa y la nota de mi madre como idiota, imaginando todos los posibles resultados de lo que pasaría al estar solo con él. Abría y cerraba mis manos como si se tratara de saltar de una avioneta al mar, siempre hago eso cuando estoy a punto de tomar una decisión muy difícil, de esas en las que si la riegas puedes arrepentirte toda la vida

Cerré mis ojos...

- que mi madre le lleve la bolsa, no es momento para estarme emocionando en estos días_ dije en voz alta y me marche de la bolsa, pero antes de llegar a las escaleras me detuve y me regrese a mirar la bolsa, para volver a pensar bien las cosas, soy un maldito indeciso 

 _ no, se la llevaré yo mismo ni que con lo que paso ayer se volviera repetir, pff... que tontería- sonreí, aun que en mi estómago empezaba a liberar las famosas mariposas del estómago, cuando alguien siente algo mágico, apreté la bolsa y me dije

_haber_ respire_ solo le dejaremos la bolsa no tienes por que emocionarte_ seguí caminado directo a la puerta, el sol calentaba tan rico que me detuve a mirar mi árbol, cerré los ojos y tome sol unos segundos, después seguí con mi dirección 

_toc, toc_ dije mientras tocaba la puerta.

_ que ridículo te estarás viendo_ me dijo la voz de mi mente

Nadie  abría la puerta, se  supone que el debería estar allí a dentro, busque alguna perforación en la puerta para poder ver algo, pero no encontré ninguno, pero lo que me sorprendió ver, fueron unos rasguños, como de hombre lobo que tenía su puerta, nunca había notado esos rasguños en esta puerta desde que vivo aquí, trate de asomarme por debajo de su puerta y  solo había charcos de pintura de color casi rosa.

ALEX PAN, EL FINAL DE LOS HAMBRIENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora