Capítulo 2. BUSCANDO UNA PRINCESA.

125 6 4
                                    



Leonardo vio las fotografías de la fiesta que su hermana publicó en su Facebook, la mayoría estaban enfocadas en Sofía y los invitados, pero él buscaba desesperadamente aquellas donde la princesa estuviera.

No sólo las encontró, también vio un video que alguien grabó en donde la chica cantó, lo reprodujo varias veces, seguía buscando la respuesta a su intriga; una llamada a su celular, en la pantalla apareció el nombre de Marco.

—¿Qué te pasó? Te estuvimos esperando toda la noche—fueron las palabras de su amigo.

—Lo siento, me entretuve con lo de mi sobrina—mintió.

—Bueno, ¿pero el sábado si saldremos?

—Lo siento, le prometí a Sofía que la llevaría a pasear.

—Vaya, cualquiera pensaría que te quieres convertir en el mejor tío de la historia.

—Es la única persona que siente algo por mí además de odio.

—De acuerdo. Te veo mañana en la oficina.

—Claro.

Leonardo apagó la computadora y salió de su estudio, vivía en un bonito departamento al sur de la ciudad, llevaba ahí cerca de cinco años, le encantaba la ubicación, ya que el trabajo le quedaba a corta distancia y estaba rodeado por lugares increíbles, restaurantes, centros comerciales, librerías y su cosa favorita era la ventana de su habitación, desde ahí se contemplaba una gran vista de toda la ciudad, le fascinaba eso, ya que la apreciaba como pocas personas, no sólo veía edificios y calles, veía el progreso.

La visión de hombres como él, arquitectos que levantaron una inmensa metrópolis que lo asombraba cada mañana y cada noche.

Leonardo deseaba ser como ellos, dejar su huella en la historia y hacer crecer ese sitio de la misma manera.

El sábado no tardó en aparecer y tal y como prometió, Leonardo pasó por su sobrina muy temprano para llevarla a pasear, el plan era ir a uno de esos ruidosos locales donde comes pizza y los niños se divierten en los videojuegos.

—¿Por qué no tienes novia, tío?—preguntó Sofía mientras partía su rebanada.

—Bueno, porque trabajo mucho.

—¿Eres gay?

—¿Qué? ¡Claro que no!—respondió muy sorprendido.

Ricardo tomó una rebanada de pizza y empezó a comer.

—Y si te haces novio de la mamá de mi amiga Lucy—le aconsejó la pequeña con mucho entusiasmo—. Así podríamos ser primas.

—Mira Sofía, hay gente que no quiere estar con alguien—respondió Leonardo—. Es como a ti, te gusta que la pizza tenga piña y hay muchas personas a las que no le gusta, cada quien piensa diferente.

Los niños suelen quedarse con respuestas sencillas, aunque Sofía no parecía estar convencida de lo que su tío tanto le insistió; tras acabar de comer y jugar por un largo rato, Leonardo llevó a Sofía al cine a ver una película de dibujos animados que la hizo reír mucho.

Sí que fue un día emocionante para ella, ya que para las ocho de la noche, cayó rendida en el asiento del auto de su tío, quien fue a dejarla a su casa e incluso la cargó hasta su cuarto.

—Quédate a cenar—le invitó su hermana.

—No, tengo cosas que hacer en algún otro lado que no es aquí.

Sin duda, se le habían acabado las excusas.

Leonardo terminó aceptando y acompañó a su hermana y a su esposo, Eduardo, a disfrutar de una pasta no tan deliciosa, por desgracia, Susana no heredó la buena sazón de su madre.

Leonardo les contó la breve conversación que tuvo con Sofía y eso provocó las risas de sus padres.

—Ya van varias veces que me pregunta eso—dijo Susana.

—Lo bueno es que no te preguntó cómo nacen los bebés—agregó Eduardo—. Es difícil salir de esa.

—Pero no te caería nada mal conocer a alguien.

—Sí cocina igual que tú, prefiero estar solo—se burló Leonardo.

Eduardo tuvo que ahogar su risa.

Leonardo la pasó tan bien que se quedó un poco más conviviendo con Susana y Eduardo, compartiendo anécdotas divertidas sobre sus vidas de adolescentes.

—Hubieras visto cómo se veía con los frenos en la secundaria—dijo Leonardo.

—¿Hay fotos?—preguntó Eduardo.

—No, me encargué de destruirlas todas—aseguró Susana.

Aunque no contaba con que su hermano tenía una guardada en su celular, una fotografía de una navidad en la que además de presumir ese brillo en sus dientes, traía un grueso suéter de lana rosa y un peinado que nadie le pediría a su estilista, que combinaba perfectamente con esas gruesas gafas que cubrían sus ojos.

—¿De dónde sacaste eso?

—Para que veas cuanto te quiero hermanita y siempre pienso en ti.

Eduardo ya no pudo resistir y se rio de la juventud de su amada esposa, situación que a Susana no pareció gustarle mucho, así que la abrazó y le plantó un beso en la frente.

—A pesar de todo, siempre serás la mujer más hermosa de mi vida.

Susana sonrió ante las delicadas palabras de aquel hombre al que conoció en la universidad, que poco a poco la fue conquistando y con el que pasó los mejores momentos de su vida; no les importó tener visita, se miraron con ternura y compartieron un beso.

—Eso dices porque no has visto las vacaciones que tuvimos en la playa.

Susana se desesperó y derribó a su hermano con un cojín.

—Por cierto, ¿sabes cómo puedo contactar a la chica que fue a la fiesta de Sofía?

—¿A la princesa?

Leonardo asintió.

—Creo que por aquí debo tener una tarjeta. Me la recomendó mucho una mamá de la escuela.

Susana buscó en su agenda hasta que encontró lo que necesitaba, extendió la mano para entregarle la tarjeta a Leonardo, pero se detuvo.

—¿Para que la quieres?—le inquirió como un detective.

—Bueno, es que... la hija de mi secretaria va a cumplir años y le comenté de la fiesta.

Susana creyó la mentira.

Leonardo recogió su ansiada respuesta y vio la tarjeta, era rosa con celeste, en la parte de adelante se leía en grandes letras doradas "Animaciones Ally" y en la parte de atrás venían todos los datos de contacto.

Tan pronto volvió a su casa, encendió su computadora y busco a la chica a través de sus redes sociales.

Encontró la página que deseaba, había cientos de fotografías de fiestas infantiles, en donde la chica no sólo iba disfrazada de princesa, sino que tenía una infinidad de personajes.

Leonardo seguía conquistado por ella, su hermosura no sólo se quedaba en lo físico, tenía como un hechizo indescriptible.

A pesar de que había conseguido resolver un misterio, aún faltaba descubrir como la conocería.

refre. �*��~

MI PRINCESA FAVORITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora