Capítulo 4: Un Reencuentro Inesperado.

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El lunes por la mañana, Leonardo trabaja en los planos del proyecto, pero no podía quitarse de la mente lo maravilloso que fue convivir con Ally.

Entre fiesta y fiesta, los dos iban conociéndose un poco más.

—¿Por qué arquitectura?—le preguntó ella.

—Bueno, siempre he creído que es parte del progreso—respondió—. Cada época, cada momento de la historia, cada cultura logra identificarse a través de su arquitectura, supongo que quise hacer eso, dejar mi granito de arena.

—Suena muy lindo. Se ve que te apasiona.

—Un poco. Y dime, ¿cómo llegaste a esto?

—Bueno, es herencia familiar. Mi madre inicio el negocio y nosotras, somos la nueva generación.

Ally soltó una dulce sonrisilla que Leonardo quiso compartir, pero él era algo tímido para hacerlo.

—Crecí viendo a mi mamá haciendo esto, desde niña he pasado más tiempo en fiestas que en la escuela.

—Bueno, no cabe duda que fue una gran infancia. ¿Cuántos niños pueden decir que vivían con Mickey Mouse y Barney?

—Ahora me toca a mí llevarle felicidad a los niños.

—Sin duda debe ser algo maravilloso—comentó al final.

Y vaya que lo era, Leonardo se convirtió en testigo del encanto que Ally tenía, quien la conocía quedaba impactado con ella, su forma de ser, combinado con esa alegría y la belleza que nacía en su mirada; por eso le costaba concentrarse en su trabajo y seguía poniendo mal las canciones.

Un golpe en la puerta lo hizo regresar a su oficina, era Marco quien entraba con una sonrisa socarrona.

—Oye, ¿acaso te raptaron los extra terrestres?

—Perdón, estuve ocupado.

—¿Haciendo qué?

Leonardo miró a todas partes, como si temiera que lo fueran a descubrir y dijo:

—Con una chica.

—¿Y está buena?—insinuó Marco.

—¿Sólo piensas en eso?

—Sólo si está buena.

Marco se sentó.

—Es una chica increíble.

—¿Por lo menos tiene nombre?

—Alicia, bueno, le gusta que le digan Ally.

Por un rato, Leonardo le contó todo lo que sabía de ella, o bueno, realmente no todo, le ocultó la parte donde ella se dedicaba a trabajar en fiestas infantiles, pero, ¿por qué lo hizo?, ¿Acaso a Leonardo no le gustaba eso de Ally?

—Suena a una chica aburrida.

Marco jugueteaba con un cubo rubik que Leonardo tenía entre la decoración de su escritorio.

—Es la mejor chica que he conocido.

—Pues te deseo lo mejor, pero ten cuidado, recuerda cómo te ilusionas.

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