Susana bebía un poco de té sentada en el patio, dentro Sofía jugaba con sus primas a las muñecas, era otro sábado común y corriente sin novedad, seguía con los estragos del embarazo pero ya después de su primera experiencia, no eran tan malos.
Frotaba su vientre ligeramente abultado como si quisiera calmar a su bebé.
Le agradaba su faceta de madre, no cambiaría por nada a su hija ni a su pequeño que estaba a punto de llegar, por más que su hermano le dijera lo contrario.
Recordaba todavía cuando le dio la noticia a su hermano, fue unas semanas antes de que él se graduara de la escuela de arquitectura, salía con una chica llamada Victoria o Valeria, algo así; ella estaba en casa de sus padres con Eduardo, festejando la noticia cuando él llegó acompañado por su "novia"
—¿Qué crees?—le preguntó su hermana mientras le pasaba una rebanada de pastel.
—Diablos, les juro que esa droga no es mía—respondió Leonardo.
—¿De qué hablas?—habló Susana.
—Nada, ¿de qué hablas tú?
—Voy a tener un bebé—respondió su hermana sin poder aguantar su emoción.
—¡Ay, qué lindo!—la felicitó la novia de Leonardo.
—¿Echarás a perder tu vida por un bebé?
—Oye, tu hermana es una mujer madura que está haciendo algo con su vida—reaccionó su padre.
A partir de ese día, cambió la relación de Leonardo para siempre, su novia lo dejó al poco tiempo pensando que él jamás sería un hombre serio y era verdad, él no se imaginaba casado ni mucho menos con hijos, quería vivir al límite.
Pero nueve meses después, cuando sostuvo a la pequeña Sofía en sus brazos, su caparazón se abrió un poco.
Por primera vez en su vida, una mujer le ablandó el corazón.
Al escuchar la puerta, Susana salió del pasado para ir a contestar, era su madre.
Al igual que en el embarazo anterior, su madre se encargaría en persona de que su hija no sufriera ni el más mínimo problema.
—Mamá, apenas llevo un mes.
—Sí hija y los primeros tres meses son los más riesgosos, por eso vine. ¿Ya comiste?
—Eduardo fue por pizza.
—¿Pizza? Debes cuidarte mucho.
—Mamá, eso hago.
La abuela de Sofía tomó a su nieta en brazos y le descargó una serie de besos incómodos.
—Hola abuelita—le dijo cuándo la soltó.
—Por suerte, estoy aquí para lo que me necesites—aseguró su madre.
—No te vendrás a vivir de nuevo, ¿verdad?
—Claro que no—respondió—. Cuando nazca el bebé, lo haré.
—Mamá, estaré bien. No soy primeriza.
—Eso no importa. Cada bebé es igual que el primero.
Susana tuvo que escuchar ese sermón formado a base de anécdotas de cuando su madre los vio nacer, las cosas que hizo por sus dos pequeños, cuanto los amaba y demás situaciones.
ESTÁS LEYENDO
MI PRINCESA FAVORITA
عاطفيةLeonardo vive su vida como un exitoso arquitecto y no cree en el amor, sin embargo, sus ideas cambian cuando conoce a Alicia, una increible chica que le enseñará que la vida es más de lo que él cree y que debe seguir sus sueños y luchar por ellos si...