Capítulo 10: UN PRÍNCIPE DE VERDAD.

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Leonardo llegó puntual como cada sábado, ahora debía esforzarse más que nunca para no defraudar a Ally.

Dentro de su guantera tenía guardado el pequeño obsequio que le daría a Ally, estuvo pensando toda la semana en cómo se lo entregaría.

Llegó y entró, fue Jess quien lo atendió esta vez y lo invitó a pasar.

—Y bien, ¿cuál es la misión de hoy?

—Pues... hoy no hay fiestas, pero hay algo que siempre hacemos.

Leonardo frunció el ceño.

Ally apareció junto a su madre, se alegró de ver a Leonardo llegar.

—Qué bueno que estás aquí—dijo Ally—. ¿Ya le dijiste lo qué haremos hoy?

—No, apenas iba a hacerlo—respondió Jess.

—Mira, iremos al hospital—le indicó Ally—. Vamos un rato y convivimos con los niños.

—Qué bonito—dijo Leonardo.

—Y necesito que seas mi príncipe—respondió Ally.

Leonardo se quedó sin palabras ante tal revelación.

—¿Qué yo qué?

—Ven conmigo.

Lo llevó a uno de los armarios que tenían y sacó un traje de aspecto medieval pero de colores algo más brillantes, verde, anaranjado y amarillo.

—Serás Jack, el apuesto príncipe de Anna.

—Es el tipo que se la pasa bailando en medio de una batalla, ¿no?

—¡Exacto!

Leonardo miró el traje sin entusiasmo y se metió a uno de los armarios para cambiarse, tardó un poco en ponerse el traje, pero al final pudo y al salir, Jess le colocó una peluca rubia sobre la cabeza.

—¡Ally, ya está!

Leonardo se miró en un espejo de cuerpo completo, convencido de que era el aspecto más ridículo que había tenido nunca.

—Te ves increíble—le felicitó Ally.

—Parezco un Jon Snow travesti—contestó Leonardo.

—¿Quién?

—No, nada, olvídalo.

Ally le entregó unas botas y un cinturón con una falsa espada que completaban su apariencia.

Leonardo guardó su ropa dentro de su auto y aprovechó para recoger la pequeña cajita que tenía en su guantera, regresó y vio a Ally vestida como la princesa Anna, practicando su canto y sus movimientos.

Leonardo se acercó a ella algo nervioso.

—¿Estás listo?

—Haré mi mejor esfuerzo.

—Por cierto, mamá dijo que si te vuelves a caer, estás despedido—agregó Jess.

—Genial, ahora si estoy perdido.

—Mira, sólo sígueme y nada te pasará.

—Por cierto, te traje esto.

Ally tomó la pequeña cajita y al abrirla, sus ojos se iluminaron de una forma impresionante.

—Espero te guste—le dijo.

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