Capítulo 14: UN DÍA JUNTOS.

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Susana aún no había mencionado nada sobre lo que vio en la fiesta de la hija de su amiga, sólo se dedicó a cocinar junto con Eduardo mientras que Sofía y Leonardo veían la televisión en la sala comiendo los dulces que ella consiguió en la fiesta.

Leonado estaba a la espera de lo que podría pasar, preparado en caso de que debiera usar su astucia para salir de esa, no sería la primera vez y siempre quedaba libre de cualquier culpa.

—Ya no comas tanta golosina—le regañó su madre.

—Tío, en la fiesta, había un muchacho que se parecía mucho a ti.

Leonardo trató de evitar a su sobrina.

—Quizá fue un clon.

Sofía se quedó en la sala mientras su tío se dirigía con los adultos.

—¿Me puedes ayudar con algo, Leonardo?—le pidió Susana.

—Ah.... Dime.

Susana sacó su celular y tras un rato de búsqueda, le mostró una fotografía en la que se apreciaba muy bien su rostro.

—¿No te parece conocido?

—Sí, es el príncipe homosexual de la película que le gusta a tu hija, ¿no?

—¿Eres tú?

—Déjame ver, tengo un traje Armani, un Carlo Corinto, un Versace, pero no, no creo que ese sea de mi talla.

—¡Te estoy hablando en serio!

De su bolsa, Susana sacó una tarjeta de la publicidad que Ally solía repartir al final de cada evento.

—Supongo que es la misma Ally, ¿o no?

—Sí, lo admito, salgo con una animadora infantil, ¡Ya! ¿Contenta?

Susana festejó su victoria.

—La conocí en la fiesta de Sofía y me pareció maravillosa.

—Sabía que debí haber contratado payasos—respondió Susana.

—Sé que suena a una locura pero en verdad, ella es increíble, una chica tan dulce y tierna.

—Siento que esto es como cuando saliste con esa chica... la modelo del estadio.

—¡No metas a Gloria en esto!—le reclamó Leonardo—. Tenía un gran encanto.

—Sí, talla 32 D—soltó Susana.

—Bueno, ¿dime si eso no es un encanto?

Susana lo golpeó en el hombro.

—Dijiste que me apoyarías.

—Pues sí pero, no pensé que andarías con una chica como ella.

—¿Cómo? Dime, ¿cómo es ella?—Leonardo e veía molesto.

—Amor, tranquila, Leonardo es un adulto y sabe lo que hace —intervino Eduardo—. Estoy seguro que él ha encontrado a una chica grandiosa y que le hace sentir que el mundo es suyo estando a su lado.

Eduardo tomó las manos de su esposa, eso bastó para que ella dejara de lado su enojo aunque Leonardo sintió que eran las frases más ridículas que alguien pudo decir.

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