CAPÍTULO 15 HELADO.

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Susana caminaba hacia la oficina de la directora, jamás la habían llamado y esperó que no fuera nada grave.

Cuando entró vio a la directora detrás de su escritorio y a Sofía sentada al frente, apenada y nerviosa, apenas y notó la presencia de su madre.

—¿Todo bien?

—Por favor, Susana, toma asiento—le pidió la directora.

Sofía bajó la mirada.

Todo sucedió en la clase de artes, la maestra les pidió que hicieran un dibujo libre y que al final pasaran a exponerlo al frente, emocionada, Sofía plasmó en aquella hoja con mucho detalle (al menos para una niña de ocho años) el magnífico día que pasó al lado de su tío y la princesa Anna, lo que más feliz la había hecho de todo, fue descubrir que él estaba enamorado de una princesa.

A su corta edad tenía un muy buen talento para dibujar, era lo que más le gustaba, podía pasar toda la tarde rayando hojas y pintando, en la Navidad pasada, su tío la consintió regalándole un kit de dibujo que tenía pintura, colores, gises, pinceles y otros tantos accesorios que ella cuidaba muy bien.

En su dibujo, puso a la princesa Anna y a su tío (vestido) de príncipe casándose en un bonito castillo, afuera había un dragón y unos unicornios y ella se pintó como un hada.

—¿Alguien quiere mostrar su dibujo?—preguntó la maestra.

Sofía ni siquiera lo dudó, se levantó de su asiento y mostró el bonito dibujo a sus compañeros.

—Este es mi tío y ella es la princesa Anna—empezó—. Ellos son novios y se van a casar.

Muchos de ahí se rieron en tono de burla de su compañera.

—Es en serio—se defendió.

—Más bien me imagino que la novia de tu tío es como una princesa, ¿No?

—No, mi tío es novio de la princesa Anna—contestó ella muy convencida.

Lo cual aumentó las risas.

—Bueno Sofy, pasa a tu lugar. ¿Alguien más quiere pasar al frente?

Cuando Sofía se dirigía a su pupitre, Gabriela, la niña más insoportable del salón le dijo:

—¿Sabes? Mi tía sale con Peter Pan.

Y antes de que formara una sonrisa en su cara odiosa, Sofía le pegó en la cara y la profesora tuvo que intervenir en el pleito.

—Señora directora, le juro que no sé qué le pasó, Sofía no suele comportarse así.

—Lo sé, es una niña muy buena, pero este incidente no se puede quedar así.

La directora dirigió su mirada estricta a la niña.

—Sofía, te quedarás toda la semana sin recreo.

La niña aceptó su destino sin reproches.

—No se preocupe, me quedaré con ella en la sala de maestros y la cuidaré.

Leonardo se sorprendió por ver un mensaje de su hermana esa tarde, así que al salir de su trabajo, se dirigió de inmediato a casa de Susana.

—¿Tú le dijiste de Ally y yo?—preguntó Leonardo.

—No, no sé cómo se dio cuenta.

—¿Dónde está?

—Castigada, en su cuarto.

—Espero que no hayas sido dura con ella.

—Se peleó en la escuela, ¿Qué querías qué hiciera?

Leonardo subió al cuarto de Sofía, la encontró sentada en la orilla de su cama, jugando con una muñeca de la princesa Anna.

—Hola.

Leonardo se asomó por la puerta.

—Hola—respondió ella sin su felicidad desbordante.

Leonardo entró al cuarto y se sentó al lado de ella sobre la cama.

—Tu madre me contó lo que pasó.

—Gabriela empezó.

—Te entiendo, a mí también me molestaban en la escuela.

—Nadie me creyó que tú eres novio de la princesa Anna.

Leonardo le pasó el brazo por los hombros y su sobrina lo miró.

—Eso es porque es gente sin ilusión, siempre pasa, mucha gente se va olvidando de la magia y no ve el encanto a su alrededor, en cambio, tú si puedes.

—¿Y tú también?

—¡Claro! Mírame, ahora salgo con una princesa.

Sofía sonrió.

—Pero, debes mantener el secreto, porque si alguien se entera de esto, podría llegar una malvada bruja y secuestrarla, y yo tendría que ir a rescatarla.

—¿En serio?

—Por supuesto y créeme, no soy tan valiente para hacerlo.

—Entonces, lo haré.

—Prométemelo.

Ambos juntaron sus meñiques para sellar el pacto como en muchas ocasiones.

—Tío, si sales con una princesa, ¿eres un príncipe?

—Supongo.

—¿Y el príncipe Jack? ¿También existe?

—Eso creo.

—¿Y si se entera que sales con su novia?

—Bueno, no sería la primera vez que me pasa, pero ya no te preocupes, mejor, vamos por un helado.

Los dos bajaron y antes de salir, Susana los detuvo.

—¿A dónde van?

—Por un helado—respondió Leonardo.

—¡Pero está castigada!—indicó Susana pensando que eso los detendría.

—Mira hermana, hicimos un trato, tú te encargas de educarla, de enseñarla buenas cosas y eso—respondió— y yo me encargo de que no se convierta en alguien como tú.

Susana no podía enojarse mucho, aceptó que lo de su hija no fue muy grave y se unió a ellos dos en su travesía.


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