Capítulo 6: "TE NECESITO"

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Mariana había comprado una casa en un bonito sector, un conjunto de casas que están protegidas por una muralla llena de enredaderas y donde cada mañana era saludada por un guardia que protegía la entrada.

Llevaba poco más de un mes desde que se mudó a ese vecindario, desde su regreso de España vivió con sus padres, pero prefirió ya dejar el nido e irse a ese hermoso lugar conocido como El Valle Azul.

Esa tarde, Leonardo avanzaba por la calle a una velocidad de 10 kilómetros buscando el número 157, al fin lo encontró, cerca de la esquina de esa calle, una casa blanca de dos pisos con una ventana enorme en lo que parecía ser un balcón que daba a la calle; se notaba que Mariana era nueva porque su casa no estaba tan definida como el resto que tenía tantos arreglos.

Se estacionó y bajó, esperó en la puerta hasta que su amiga le abrió, traía una blusa rosa de tirantes, un short de mezclilla y el cabello sujetado en una cola de caballo, un estilo sencillo ajeno a esa chica que años atrás siempre se arreglaba aunque fuera sólo para ir a la escuela.

—¿Qué tal todo?—le preguntó ella mientras lo invitaba a pasar.

La casa tenía una decoración muy simple, un sillón futón y una televisión de pantalla plana, algunas sillas, una mesa de plástico en el comedor y un refrigerador que combinaba muy bien con la estufa eléctrica.

—Me agrada tu estilo minimalista—se burló Leonardo.

—Oye, paso turnos de casi 24 horas en el hospital, básicamente sólo tengo casa para dormir.

Mariana le ofreció un poco de agua a Leonardo y él la bebió mientras contemplaba el lugar, le gustó mucho el patio que vio a través de la puerta de vidrio deslizable en la cocina, era un espacio muy pequeño (quizá tres veces menos que el que tenían sus padres) pero funcionaba muy bien como jardín.

—Lindo sitio.

—Lo sé, me da tanta tranquilidad—dijo Mariana.

—Y bien, ¿qué planeas hacer?—preguntó él.

Durante los siguientes minutos, Mariana le explicó su plan de expansión, quería ampliar su casa hacia adelante.

—Quiero que la planta baja sea mi consultorio-estudio—indicó.

Después le pidió que lo acompañara al piso superior.

—Quiero convertir esto en una sala y construir una especie de terraza, ¿te acuerdas la que teníamos en mí casa?

—Sí, creo que sí.

Leonardo no quería admitirlo pero, pasó gran parte de su juventud en casa de Mariana, él la acompaña después de la escuela y se quedaba con ella platicando o diciendo tonterías en el porche hasta que su madre le enviaba un mensaje y se apuraba a llegar a casa; o las noches en las que ambos hacían maratones de películas y la infinidad de reuniones que tuvieron encuentro en ese lugar.

Los viejos tiempos que Leonardo atesoraba y que trató de destruir.

—Quiero algo así—siguió ella—. ¿Me saldrá caro?

—Pues... déjame ver.

Leonardo fingió hacer cuentas en el aire mientras murmuraba un montón de cosas sin sentido.

—Tomando en cuenta los planos, el área, las medidas, los materiales, el tiempo, creo que si te saldría caro.

—¿Y no hay descuento por ser conocidos?

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