En su oficina, Leonardo esperaba en su teléfono, su secretaria entró, pero esperó a que su jefe se desocupara.
—¿Y ese fin de semana?—preguntó Leonardo. Pasaron cerca de cinco minutos—. ¿Cuál es su fecha más cercana? —siguió esperando—. ¿Qué?, ¿A final de mes? Bueno, gracias.
Por alguna extraña razón, su restaurante favorito estaba repleto y no tendría una fecha libre para su aniversario con Ally, quería que fuera una noche especial, pero su plan quedó arruinado.
Agotado, como si hubiera escalado la montaña más alta del mundo, se escuchó sobre su gran sillón.
—¿Todo bien?—le preguntó su secretaria.
—Sabía que esta idea de hacer locales compactos sería pésima—dijo, arrepentido.
Leonardo se desahogó con ella.
—¿Y por qué no le preparas algo? Una vez mi novio me hizo de cenar y, aunque la carne estaba algo cruda, la guarnición fría y brindamos con soda de naranja, fue maravilloso.
—Parece la velada perfecta—respondió con sarcasmo.
—Es perfecta cuando estás con la persona que la vuelve perfecta.
Luego, colocó sobre el escritorio un montón de papeles que Leonardo tenía que revisar antes de la junta de las cinco de la tarde.
De nueva cuenta, la madre de Susana llegó a visitar a su hija y a su nieta.
—Mamá, sólo estoy embarazada, no discapacitada—le reclamó en una ocasión.
—Hija, no debes hacer mucho esfuerzo, el primer trimestre es el más peligroso.
—Creo que he comido cosas más peligrosas que este niño.
Sofía jugaba en el patio con todas sus muñecas de princesas reunidas alrededor de un castillo de plástico casi tan alto como ella.
—¿Tu hermano aún sigue saliendo con su princesita?
—No entiendo por qué tanto desprecio por Ally—dijo Susana—. Deberías alegrarte de que alguien lo quiera. Por su forma de ser siempre creí que moriría solo.
—Pues prefiero eso a que ande con una muchachita tan... tan... tan chiflada.
—Mamá, él es lo suficientemente maduro para saber elegir bien a alguien.
—No lo sé, hija. Cuando tu hermano pierde la cabeza por una falda puede ser muy estúpido.
La madre de Susana se encargó de los deberes de la casa el resto de la tarde; al principio a ella no le agradó, pero se acostumbró a estar sentada en el sillón mientras su madre limpiaba y ordenaba todo.
Esa tarde, Sofía y su abuela fueron al supermercado, no pasó mucho hasta que llegó Eduardo y se acurrucó al lado de su esposa.
—Por lo que veo, Leonardo y Ally van muy en serio—dijo, preocupada.
—Eso es bueno, ¿no?
—Ni idea.
Llamaron a la puerta, para su sorpresa, se trataba de Leonardo.
—Enséñame a cocinar—le imploró.
Leonardo no era inexperto en la cocina, sabía preparar cosas sencillas como pastas, huevos, cereal, unos deliciosos sándwiches de pollo y una buena ensalada. Pero necesitaba ampliar su menú si quería demostrarle a su novia cuanto la amaba.
ESTÁS LEYENDO
MI PRINCESA FAVORITA
RomansaLeonardo vive su vida como un exitoso arquitecto y no cree en el amor, sin embargo, sus ideas cambian cuando conoce a Alicia, una increible chica que le enseñará que la vida es más de lo que él cree y que debe seguir sus sueños y luchar por ellos si...