Capítulo 11: UNA RESPUESTA.

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Leonardo esperaba afuera de la casa de Ally, nervioso, ¿Qué pasaría después de aquella noche?

Jess le abrió la puerta, ¿acaso ella o su madre sabía lo que ocurrió?

No mencionó nada.

En la sala de la casa, Ally platicaba con el resto de los muchachos dándoles indicaciones de lo que harían ese día.

—Hola, Ally—la saludó Leonardo.

Su cara cambió, trató de mostrarse indiferente.

—¿Podemos hablar?—le preguntó Leonardo.

—Lo siento, pero hoy tenemos mucho trabajo—le dijo—. Necesito que subas todo el equipo a la camioneta.

Le brindó una sonrisa que resultaba muy diferente a otras que Leonardo le había visto, es como si fuera forzada o temiera dársela.

—¿Hoy no usaré disfraz?

—No, sólo te encargarás del equipo de sonido, como antes.

—Oye, lo que pasó...

—Hablamos después, ahora tengo que ir a cambiarme.

Sin duda, las cosas habían cambiado.

Leonardo se hizo cargo del equipo y vio a Ally salir convertida en la princesa Anna, le abrió la puerta para que subiera al auto y se marcharon, ese día sí que fue extraño, se sintió fuera de lugar, apartado de los demás, era como haber regresado el tiempo a unas semanas atrás cuando era un simple desconocido.

Llegaron a la primera fiesta y Leonardo se encargó de cumplir con su trabajo, procuró no equivocarse en ningún momento.

Así fue el resto de la tarde, poniendo sonidos y canciones mientras admiraba a Ally en secreto, arrepentido por ese beso.

Ally procuraba evitar a Leonardo, si él se acercaba, ella huía, si le preguntaba algo, hacía como si no lo hubiera escuchado, era duro para él soportarlo.

Casi podía entender que el final apareció de la nada, que lo mejor era retirarse y fingir que aquello nunca pasó.

Oscureció, Leonardo iba recostado contra la ventana, veía a Ally sonreír de reojo, ella parecía no estar incomoda con la situación, quizá para ella no tenía ninguna importancia, un accidente o una cosa insignificante.

Llegaron a la casa y se encargaron de guardar y acomodar todo, la madre de Ally les entregó su sobre con el dinero ganado por el trabajo, el resto se sentía muy emocionado, en cambio, para Leonado aquello no era nada que lo motivase.

El resto fue saliendo tras despedirse, Leonardo los siguió, lento, esperaba que tal vez Ally lo detuviera y pudieran hablar de la situación, pero no, ella sólo subió las escaleras.

Leonardo estuvo un momento en mitad de la calle, admirando las luces de los faros, confundido, las cosas no debían acabar de esa manera, ¿o sí?

Leonardo regresó a la casa y tocó la puerta, esperó sin respuesta y prefirió irse, pero Jess la abrió antes de que siquiera diera media vuelta.

—Oye, ¿podrías hablarle a tu hermana? Olvidé decirle algo.

—Creo que ya se iba a dormir, espera.

Por normas de la casa, no debía haber ningún hombre dentro después de las diez, así que no le quedó más que esperar, aunque sentía que su suerte no sería la mejor.

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