Sus padres

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Volver a casa no fue una decisión fácil porque sabían que sus padres estaban molestos por su desaparición y esta vez no podían usar excusas, debían decirles la verdad y decidir si aún querían ser sus padres o las querían lejos de ellos por el peligro que representaban al ser descendientes de mafiosos. En el fondo de sus corazones había temor y miedo a ser rechazadas por los padres que tanto amaban, pero si así fuera, lo entenderían porque era perfectamente compresible, su nuevo hermanito iba a correr peligro y eso era lo último que querían.

En el momento que entraron y vieron la entrada de la casa blanca, supieron que no sería fácil pero debían ser fuertes. Se bajaron del auto y subieron los escalones, el mayordomo les abrió y les dio una mirada de reproche, lo cual les hizo sentir mal. A pesar de todas sus travesuras, nadie del personal jamás la había mirado con decepción o reproche.

—Pasen, señoritas Douglas —el mayordomo se hizo a un lado y las siguió con la mirada mientras pasaban vestíbulo. Se dirigieron al dormitorio de sus padres, esperando encontrarlos juntos y hacerlo todo más... rápido.

Apenas estuvieron afuera de la habitación, se miraron y tomaron de las manos, dándose fuerza y valor la una a la otra.

—¿Lista, Kei? —preguntó Kiara mirándola a los ojos.

—Lista —ambas asintieron y tocaron la puerta.

Escucharon pasos y a los segundos se abrió, ante ellas estaba su padre, con pantalones deportivos y una camiseta, cuando vieron su rostro notaron las ojeras que hablaban por si solas.

—Niñas —susurró Rick Douglas con un nudo en la garganta, las atrajo hacía él y las abrazó con fuerza—. Mis princesas —susurró en su cabello.

—Papi —susurraron al unísono, en ambas voces había vergüenza y dolor.

—Mis bebés —escuchar la voz de su madre, las hizo separarse de su padre y mirar a su madre, que estaba en la cama y se veía pálida, delicada... eso las hizo sentir peor.

Su madre estaba por dar a luz, ya tenía 36 semanas, su fecha programada para dar a luz era en unas cuatro semanas, y sabían que desde que llegó a las 20 semanas le pidieron que tuviera reposo y no se esforzara, porque al ser un embarazo de alto riesgo, debía ser más cuidadosa que las mujeres con embarazos normales.

—Mamá —ambas miraron a su madre y se acercaron a ella, se arrodillaron en la orilla de la cama.

—Perdónanos, mami, tenemos una explicación, algo que les hemos estado ocultando para no causarles más dolor, aunque seguro te lo imaginas —Keira tomó una de las pálidas manos de su madre.

— ¿Es sobre su madre biológica, verdad? —el dolor que vieron en sus ojos claros, les partió el corazón.

Asintieron. —Sí, mamá —respondió Kiara, y miró a su padre, que ahora estaba a su lado—. Y sobre nuestro padre biológico.

—Están vivos —les contó Keira, se levantó y empezó a pasear por la habitación—. Nuestra madre biológica es Tatiana Búbka, es hija del administrador de Luka Petrov, un jefe de la mafia rusa, la mantuvo apartada de ese mundo, intentando que estuviera siempre en cosas que la mantuviera en los medios de comunicación, como modelaje o actuación. Un día conoció en la universidad a unos hermanos gemelos, eran los hijos de Petrov, su padre les había ordenado buscarla y traerla, la invitaron a una fiesta y allí fue donde conoció a Luka Petrov.

—Luka Petrov subió a la tarima, y anunció que Tatiana Búbka, se iba a casar con su primogénito Alexey. Su padre armó un escándalo, y se llevaron los hombres de Luka, jamás volvió a verlo —siguió contando Kiara, vio la sorpresa en los rostros de sus padres.

Keira se aclaró la garganta. —La amenazaron con matar a su madre y a su hermano, cada familiar que tuviera, sino se casaba con Alexey. —Kiera tomó la mano de Keira y la apretó—. Constantemente la amenazaban hasta que se casó al año se casó, tenía 21 años, su único apoyo que tuvo fue Andrey, mientras Alexey la trataba como un objeto.

—Durante el compromiso y los primeros meses de matrimonio, tuvo que soportar a Alexey y se fue enamorando de Andrey, hasta que salió embarazada, pero al ser gemelos no supo de quien lo estaba —Kiara pausó y tragó saliva—. El día que supieron que iban a ser niñas, Alexey explotó, él quería niños y comenzó a maltratarla, aún más. El día que nacimos todo empeoró y comenzó a abusar de ella de todas las maneras existentes.

Vieron a Paige llorando y a Rick aturdido. Prosiguieron con la historia. ——Tatiana, nuestra madre, lo asesinó porque él intento asfixiarnos y cuando lo enfrentó quiso dispararle, pero fue más rápida y lo apuñaló —la voz de Keira salió temblorosa—. Andrey la ayudó a escapar con nosotras, porque la iban a asesinar y torturar apenas se supiera. Así que tomó mucho dinero y escapó de Rusia lo más rápido que pudo, mientras él se quedó a apaciguar a Luka.

—Luka intentó dar con nosotras y asesinarnos, cuando teníamos 10 años. Fue ese día que fuimos al zoológico —miró a sus padres—. Pagó a una asesina a sueldo para hacerse pasar por una amable trabajadora y asesinarnos. Ese día una mujer nos intentó alejar de ustedes cuando estaban comprando algodones de azúcar, pero otra mujer se nos acercó y nos alejó de la otra. Esa mujer era Irina una prima de Andrey, impidió que Nastia, la amante de Luka, nos asesinara y Andrey encontró la forma de que la muerte de su padre fuera lo más natural posible, para no levantar sospechas.

—El mando de esa mafia la tomó nuestro tío Christopher porque Andrey no quiere esa vida, y nuestro tío ha alejado a los inocentes de ese oscuro mundo, trata de irse más a lo legal y evitar los asesinatos, tiene buena cabeza para los negocios como Sergey Búbka, nuestro abuelo —Las gemelas sonrieron.

—Nuestro padre es Andrey Petrov, nos hicieron una prueba ADN y descubrieron que Andrey es nuestro padre, no Alexey —añadió Keira y miró los rostros de sus padres, había visto pasar muchas emociones por ellos.

—¿Por qué no las buscaron antes? —Inquirió Paige molesta.

—A nuestra madre la intentaron asesinar, se tuvo que esconder y el día que buscó a nuestro padre, casi muere en una explosión. Decidieron mantenernos alejadas de esa vida porque esa explosión dejó a nuestra madre biológica paralítica, pero ahora... quieren conocernos, compartir y recuperar el tiempo perdido, incluso si es solo como amiga, porque ya tenemos una madre —Miraron con amor a Paige, a quien se le llenó los ojos de lágrimas.

—No quiero que corran peligro, mis niñas —expresó Paige con preocupación—. Me muero si les pasa algo y las pierdo.

—No nos pasará nada, nuestro tío Christopher, además de nuestro padre Andrey, nos han dado su palabra que nos protegerán si deciden dejarnos pasar tiempo con ellos —explicó Kiara, tratando de tranquilizarla.

—¿Por qué quieren conocerlos? —Preguntó Rick y las miró con temor—. ¿A caso no somos suficientes?

—No, papá, no digas eso —se apresuró a decir Keira—. Los amamos y son nuestros padres sin importar qué, pero también queremos compartir con ellos, perdieron la oportunidad de criarnos por culpa de otros, no fue una decisión fácil y están arrepentidos, creo que merecen... conocernos.

—Rick, ellas tienen razón, lo hicieron para protegerlas y a cambio nos dieron dos maravillosas niñas —Paige se estiró y tomó la mano de su esposo.

—Está bien, pero me tienen que participar los lugares, para poner mi seguridad a trabajar también ¿Lo prometen? —les preguntó a sus hijas.

—Sí, papá, lo prometemos —abrazaron a su padre, y luego se sentaron a lado de su madre y le besaron la mejilla—. Ustedes son y serán siempre nuestros padres. Los amamos.

Ahora debían perdonar a los chicos, sabían que tenían buenas intenciones en lo que hicieron, los amaban y aunque les costaría olvidar, pronto lo harían, porque en el amor se comete errores, pero está en cada persona si puede vivir o no, sin el amor de esa persona.

Y ellas no podían, Keira extrañaba a Ian con locura, y sabía que no podría estar sin él. Noah era el mundo de Kiara y lo seguiría siendo si decía volver a intentarlo con ella. Solo el tiempo lo diría. 


El juego de las gemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora