Salvada por la campana

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Unos brazos envolvieron la cintura de Ginger, quien dio un respingo y miro a su novio tímidamente. No se atrevía a acercarse a la gemela… y rogaba porque no fuera la cruel, porque si no sería humillada allí mismo. Vio a la gemela bajar la mirada… ¿Era la buena? Le dio un buen vistazo al chico que estaba con la gemela y se le cayó la mandíbula. Parecía sacado de un libro. Sonrió a la gemela y se apresuró a salir.

Tomo un sorbo del chocolate que le acababan de traer.

Keira respiro con calma y miro a Ian. —Uh. Bueno… me tengo que ir —dijo nerviosa.

—¿Esa que entro no era la hija del senador Clarens? —pregunto Ian mirando a Keira a los ojos.

Ella se mordió el labio. —Lo es.

—¿La conoces? —pregunto Ian desconcertado.

—Sí. Es una amiga —dijo en voz baja.

—¿Cómo puedes ser la amiga de la hija del senador? —aquello la tomo con la guardia baja.

—Mis padres son viejos amigos de los suyos —no era exactamente una mentira.

Asintió. —Bueno. ¿Me darías tu número? —Keira lo miro.

—Claro —dicto el número del celular secreto que su padre no tenía intervenido porque no sabía que existía—. Gracias por el chocolate, Ian —le dio una sonrisa de verdad que lo dejo casi jadeando.

Se levantó y vio que nadie se había dado cuenta que era “la gemela Douglas”.

—¿Podemos salir mañana o un día de esta semana? —quiso saber Ian. Ella asintió sonriendo.

—Escríbeme y planeamos una salida —dijo antes de abrir la puerta. Apenas Ian la perdió de vista, ella respiro hondo y la lluvia que aún no se detenía la empapo aún más.

En cambio Ian se quedó mirando por donde Keira se fue con una sonrisa boba pegada al rostro, aun sin superar el haber hablado con una chica tan hermosa. La más hermosa que han visto sus ojos.

Kiara estaba sentada en asiento trasero del auto, esperando que a su gemela le diera las ganas de aparecer. Su sangre hervía. ¿Dónde diablos se ha metido Keira? Se las iba a pagar, pensó con amargura. Cuando la vio aparecer, su mandíbula se desencajo. Empapada y hecha un desastre.

El chofer no dijo nada cuando esta subió al auto. —Hola querida gemela. ¿Por qué vuelta mierda? —pregunto apretando los dientes Kiara.

—Di un paseo —se encogió de hombros, pasando por alto lo grosera que fue Kiara.

—¿Un paseo? —la fulmino—. Alguien pudo haberte visto. Seguro sales en los tabloides y seremos hechas pedazo. Además… de que mamá te va a matar. ¿Lo sabes?

—No me importa, K. Estoy cansada de preocuparme por lo que dirán los demás. Es agotador y lo odio.

Kiara se acercó a su hermana con los ojos lanzando dagas. —A mí sí me importa. No quiero que Cameron me deje. Eh pasado por muchas cosas para tenerlo. Así que cuida tu espalda porque te voy a destruir si te metes en mi camino, hermanita.

Se estremeció ante la amenaza de Kiara. —Si tú me buscas, me encontraras, K. ¿Sabes que puedo acabar contigo antes de que hagas tu movimiento? —Kiara era consciente de que Keira era más astuta que ella.

—Soy consciente. Y no me importa. Iremos a comenzar una guerra pero a Cameron no lo pierdo.

—Cam es un idiota sin cerebro. Puedes encontrar algo mejor, K.

—¿Si? ¿Lo dices tú? ¿Cuántos novios? ¿Besos? ¿Ligues? ¿Citas? ¿Has tenido?

Aquello fue un golpe bajo. —Al menos no soy una zorra —ataco de vuelta.

El juego de las gemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora