El origen

593 49 3
                                    


Despertarse en medio de aquella neblina que envolvía su mente, las hacía sentirse débiles y les costaba pensar o analizar su alrededor, la primera que reaccionó fue Kiara, que pestañeó hasta despejar su aturdida mente. Si algo no cuadraba era el lugar, estaban en una habitación completamente dorada, parecía la típica habitación de un rey o tal vez de un árabe.

Vio su gemela a su lado, la tocó, pero no parecía reaccionar, eso la estaba preocupando.

—Kei, despierta —Kiara la movió hasta que vio sus pestañas luchar para abrir sus ojos.

Cuando vio a Keira abrir sus ojos, se sintió aliviada. Soltó el aire que no se había dado cuenta que estaba reteniendo.

— ¿Dónde estamos? —miró la habitación y enseguida lo supo—. Creo que Christopher nos mandó a buscar.

—También lo creo, pero no sabemos con exactitud, podría ser otro enemigo del que nos hayamos olvidado —hizo una mueca. Intentó sentarse, pero aun sentía los signos de la droga en su sistema.

En ese momento escucharon pasos y la manilla de la puerta se movió, para dar paso a Christopher.

—Hola niñas —se acercó—. Siento mucho haber tenido que drogarlas, pero si me enemigos me ven llevármelas en pie, podrían tomar medidas contra ustedes.

— ¿Enemigos? —Se sintieron confundidas.

—Soy el jefe de la mafia rusa —no parecía orgulloso de ello.

En ese momento entró una mujer en silla de ruedas, era increíblemente hermosa y se dieron cuenta que se parecían mucho a ella. Largo cabello rubio y ojos azules, junto con rasgos rusos hermosos.

—Chica les presento a Tatiana Búbka, su madre —las tres se miraron.

—Hola —el acento ruso de Tatiana era evidente, ella se acercó a la cama—. Keira —dijo su nombre mirándola y luego miró a Kiara—. Kiara.

— ¿Cómo nos reconoces? —Keira frunció el ceño.

—Soy vuestra madre, las reconocería sin importar el tiempo. Existen pequeñas diferencias que pocos notan —extendió una mano hacía Kiara y le tocó la mejilla—. Tu cabello es más claro que el de Keira y tienes más pecas. Además, tienes gestos distintos aunque para otros sean iguales, para mí no.

Rodeó la cama con la silla de ruedas y se detuvo junto a Keira, luego le tomó de la mano. —Tus ojos son de un azul más intenso, eres mucho más cautelosa y tímida que Kiara, se nota en tus gestos.

—Ni yo misma veo nuestras diferencias —expresó Keira sorprendida, miró de reojo a Kiara y sonrió con tristeza.

—Ustedes no quieren verlas y no podrían —la sonrisa de Tatiana era brillante, tan hermosa y atractiva, que les hacía querer sonreír.

— ¿Cómo es que estás viva? —Kiara la miró con desconfianza, mientras miraba de reojo a Christopher, quien miraba con devoción a Tatiana.

—Es una larga historia, niñas —Tatiana desvió la mirada hacía Christopher.

— ¿Nos la contarás? —preguntó Keira, al tiempo que se fijaba en la mano de Tatiana tomando la de Christopher.

—Así es, niñas —Christopher hizo una llamada—. Suban aperitivos y chocolate caliente para todos.

Luego de que colgó, las miró de una forma... extraña. Nunca las había visto de esa forma, luego miró a Tatiana, con un amor tan puro, que parecía imposible de corromper. Vieron como colocaba un mechón del cabello rubio de Tatiana, detrás de

El juego de las gemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora