La salida secreta

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Nadie parecía entender el sufrimiento de Keira. Cada vez que fracasaba en un ejercicio de la terapia era más presión y dolor el que comenzaba a enfrascar su cuerpo. Sentía la lastima de todos los que la rodeaban, cada vez que hacía un esfuerzo y fallaba, su madre lloraba y su padre rehuía a su mirada.

Keira cerró los ojos y su mente fue al momento en que corrió bajo la lluvia al parque y conoció al británico de Ian, el cual la visitaba y siempre salía con decepción y tristeza bailando en sus tormentosos ojos grises. Aquel día su corazón se sentía desbocado y la hermosa sensación de libertad corriendo por sus venas.

Girando y riendo al mismo tiempo bajo la fría lluvia. Y recordó el encuentro que tuvieron.

—Te vas a enfermar —le había dicho él.

—No me importa —le había explicado con una sonrisa en sus labios.

—¿No te importa enfermar? —sorpresa expresaba su rostro.

Se había reído.

—No. No lo hace.

—Raro. Pensé que a las chicas no les gustaba la lluvia porque se daña su peinado, ropa y zapatos.

—No soy como todas las chicas.

—No tienes esa pinta —ante aquellas palabras, se había decidido enfrentar al chico entrometido.

—No me conoces —le había recordado.

Pero cuando lo miro, se había quedado sin aliento. Él parecía un Dios griego, aun empapado se veía guapísimo. Y después le invitó el café que le hizo abrirle su corazón.

No había duda que no esperaba encontrarse ese día con un chico tan guapo, divertido e inteligente. Él supero sus expectativas sobre los chicos y aún lo seguía haciendo pero esperaba que en algún momento de su recuperación, se diera por vencido.

—Kei —al escuchar la voz de su hermana, abrió los ojos y la miró—. ¿Qué pasa?

Ante esa pregunta, se le llenaron los ojos de lágrimas. —Uh...uuuuh K... —balbuceo y rompió a llorar. Sollozos salieron de su garganta.

Kiara la envolvió entre sus brazos. —Shhh, tranquila, vas a mejorar —cuando se vieron a los ojos, ambas los tenían llenos de lágrimas—, prometo que haré todo lo que esté al alcance de mis manos.

Con el corazón en la garganta, Keira asintió y le mostró agradecimiento en sus ojos. Kiara se sentó a su lado y sonrió ampliamente. —¿Quieres que te lea el libro que tanto esperabas desde el año pasado? —ante esa oferta, los ojos de Keira se llenaron de emoción.

Kiara se levantó y fue en busca del libro. Al rato volvió con un libro en sus manos y comenzó a leer. Keira se sumergió en la historia, cerrando los ojos y permitiéndose imaginar en ese mundo. Donde era una heroína, valiente, audaz, entregada y fuerte, que no permitía ser pisoteada por el antagonista. No supo en qué momento se quedó dormida, pero Kiara si se dio cuenta.

Y observó la paz cubrir el rostro de su gemela. Kiara se acostó al lado de Keira y tarareo una melodía, recordando que los problemas seguían allá fuera. Adam estaba detenido y en espera de juicio, pero eso no quitaba de en medio los otros enemigos que tenían y no sabían.

¿Qué querían de ellas? Deseaba tener las respuestas para poder protegerse a sí misma y a Keira de esos enemigos anónimos. Se levantó, beso la frente de Keira y salió de la habitación en busca de respuestas sino estaban a su alcance ellas las conseguiría fuera como fuera.

Su celular comenzó a sonar, ella miró la pantalla a ver quien era. Noah.

Lo siento, amor, si te digo, no me dejarás ir, pensó Kiara con tristeza.

El juego de las gemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora