Más humanas que reinas de hielo

614 49 5
                                    

El timbre de salida, sacó a Keira de sus pensamientos, miró a su alrededor y vio a todo el mundo saliendo del aula, se apresuró a recoger sus cosas y salir de allí, cuando se tropezó con Lander. Verlo de nuevo, fue un shock, ninguna palabra se formaba en sus labios, ni su cuerpo parecía poder moverse.

—Hola hermosa —Keira parpadeó con rapidez, intentando salir de su aturdimiento—. Me hiciste mucha falta.

Esas últimas palabras la hicieron reaccionar. — ¿Te hice falta? —se rio con amargura—. No lo creo, querido.

— ¿Aún no me perdonas por ese error que cometí? —Aquello hirvió la sangre de Keira.

— ¿Error? —lo fulminó—. Eso fue traición, Lander.

—Yo no te quería lastimar... —Keira lo interrumpió al reírse.

— ¿No me querías lastimar? Eso es lo más estúpido que he escuchado, Lander —chasqueó la lengua al tiempo que enarcaba su ceja izquierda—. Me engañaste con una amiga ¿Pensaste que eso no me iba a lastimar?

—No pensé en ello, solo me dejé engatusar. Ginger es una gran manipuladora —intentó excusarse.

—Y tú alguien muy débil —se burló Keira, al tiempo que se comenzaba a alejar. Escuchó los pasos de Lander detrás de ella, pero lo ignoró lo mejor que pudo.

— ¡Perdóname, K! —le gritó Lander, pero ella siguió caminando, intentando ignorar la punzada que sentía en su corazón.

Lo que Keira quería hacer era darse la vuelta y correr a los brazos del chico del que estuvo enamorada por mucho tiempo, el cual también fue su mejor amigo, pero si hacía eso, jamás se lo perdonaría a sí misma. Su corazón y su cerebro discutían sobre qué hacer.

—No puedo —dijo deteniéndose y mirándolo por encima de su hombro, vio la expresión de derrota y tristeza que llenó el rostro de Lander—. Quiero, pero no puedo —hizo un mueca.

Vio a Kiara acercándose, golpeó el hombro de Lander al pasar. —Aléjate de mi hermana, traidor —le espetó Kiara, tomó la mano de Keira entre la suya y comenzó a llevársela—. No vuelvas a hablar con él, no merece la pena —le susurró Kiara con tristeza.

Keira asintió, sin duda su gemela tenía razón, tan solo esperaba que las estuvieran equivocadas respecto a Noah e Ian, ambas estarían destrozadas si resultaba ser cierto.

—Lo sé, pero fui débil, no pude ignorarlo —parpadeó para alejar las lágrimas.

—Te entiendo, Kei y debo ayudarte a ser fuerte —abrazó a Keira por los hombros.

—Gracias —apoyó la cabeza en el hombro de Kiara, la gente las miraba con sorpresa al ver tal muestra de afecto entre las gemelas.

Hace muchos meses eso no hubiera sido posible, pero ahora... todo comenzaba a cambiar y a la población estudiantil le gustaba que sus abejas reinas ahora fueran más humanas que reinas de hielo. A lo lejos, Ginger y Britney, las miraban con un odio tan profundo, ambas estaban ideando el plan perfecto para desaparecerlas de la faz de la tierra, solo necesitaban los títeres perfectos para hacer el trabajo sucio.

Lo que no esperaban, era ver a los hermanos Blake acercarse a las gemelas y verlos actuar posesivos. Eso era un obstáculo en el camino de ellas, pero los quitarían del medio.

—¿Qué pasó? —le preguntó Matt a Keira, al verla tan desanimada.

—Lander no la deja en paz —respondió Kiara por Keira.

—Voy a tener que dejarle en claro que no se debe acercar a ustedes —dijo Matt al tiempo que sonaba los nudillos.

—Yo lo haré, tú eres muy temperamental —Austin se ofreció.

—Y tú muy suave —se burló Matt.

Lo único que Keira quería era estar en los brazos de Ian, acurrucarse en ellos mientras sentía el aroma natural de su novio, el cual la reconfortaría... pero ya no sabía si sería posible.

—Déjenlo quieto, ya le dejé muy clara las cosas —murmuró Keira, alejándose de todos. Los cuales la miraron alejarse con confusión.

Matt se volteó hacía Kiara—: ¿Qué le pasa? Lo de Lander no es lo único que la está afectando.

—No, no lo es —presionó sus labios juntos y miró con preocupación a Keira—. Ambas estamos pasando por cosas difíciles, pero ella ha pasado muchas más y las desgracias no parecen dejarnos ser feliz.

— ¿Algo va mal con Ian? —preguntó Austin frunciendo el ceño.

Kiara asintió. —Así es, pero ya resolveremos eso —les dio una sonrisa tranquilizadora.

Se alejó de ambos hermanos y siguió a su hermana al auto que las esperaba, los guardaespaldas, asintieron apenas entró. Miró a su hermana y le preguntó—: ¿Quieres que vayamos este fin a algún lugar donde podamos olvidarlo todo?

Keira se volvió a mirarla. — ¿A dónde? —preguntó con curiosidad.

—Ya verás, te distraeré este fin de semana —le guiñó un ojo.

—Eso espero —le regaló una sonrisa a su hermana.

Keira miró a su hermana, se sintió agradecida por tenerla. Viéndola preocupada y buscando soluciones para ayudarla o alegrarla, cuando tenía sus propios problemas y traiciones. Se prometió ayudar también a su hermana a mejorar.

—Sea lo que sea, lo pasaremos bien —asintió, sintiéndose mejor.

En el momento que bajaron de la camioneta y entraron a la casa, supieron que algo no iba a bien.

—¡Mamá! —gritó Keira, vio que el salón estaba vacío y falto del personal que siempre se encontraba allí, miraron a sus guardaespaldas que ya estaban alertas y con sus armas afuera.

—Algo está pasando —murmuró Kiara, vio unas gotas de sangre en el mármol—. Debemos salir de aquí, Keira —agarró a su hermana, se dio la vuelta para salir de allí, cuando escucharon disparos.

Vieron dos de sus guardaespaldas caer al suelo y a los otros tres resguardarse, uno las haló a ellas dos detrás de unas estatuas.

—No se muevan —les ordenó.

—Si me entregan a las señoritas, no los mataré —escucharon una voz masculina gritar.

En ese momento las gemelas supieron que la lucha estaba por comenzar.

— ¿Qué quieres de nosotras? —gritó Kiara, intentando que su voz no temblara.

—Eso se los dirá mi jefe —respondió la voz masculina.

—Si es para matarnos, entonces olvídalo, imbécil —gritó Keira con rabia.

—Si no lo hacen, los que mueran serán Rick y Paige Douglas —aquellas palabras helaron la sangre de ambas hermanas.

Se levantaron y salieron de detrás de la estatua agarradas de la mano. —Aquí estamos —respondió Kiara altiva.

Ambas se mostraban seguras y sin una pizca de miedo. — ¿Cuál es el siguiente paso, imbécil? —Keira miró hacía el hombre trigueño, que sin duda daba miedo con su 1.90 de altura, hombros anchos, tatuajes y cabeza rapada.

—Llevarlas al jefe, princesita —dijo con burla, acercándose a ellas. Otros 10 hombros apuntaban a los escondites de sus guardaespaldas.

—Entonces, llévanos —alzaron las barbillas.

El hombre les sonrió y comenzó a empujarlas hacía las escaleras. —Tal como me las imaginaba —dijo el hombre riendo.



El juego de las gemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora