16. Yo... recibí amenazas.

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Okay, esto es raro.

—¿Ese animal satánico es tu mascota? —dijo Nick un poco perturbado por la noticia. Lo miré de mala manera por lo que había dicho.

Exagerada.

No sé que es un animal satánico, yo solo vine a buscar mi murciélago.— respondió el niño.

—Sí claro, ven pasa —me hice hacia un lado para que entrara.

Lo guié hasta mi habitación y deje que entrara sólo a buscar su... animal. Luego de unos segundos veo que vuelve con su mascota en el brazo.

—Gracias. —mencionó y desapareció de mi vista. Luego escuché como la puerta se cerraba.

Oí los pasos de mi novio acercándose a mí.

—Que niño raro —reí por lo que dijo.

—Déjalo, es mas lindo que tú. —dije con una sonrisa burlona en mi rostro.

—Pero él no puede hacer esto. —me acorraló en la pared y me besó. Correspondí su beso con la misma intensidad que él. Pero, recordé las llamadas de ése número desconocido y me separé de él.

Agaché mi cabeza, mirando el sueño como si allí se encontrara algo interesante. Mi vista se nubló y un gran nudo se formó en mi garganta.

—Cariño, ¿Qué sucede? —quiso saber Nick me tras me tomaba de la barbilla, haciendo que lo mirara a los ojos.

—¿Tuviste muchas novias antes de tenerme a mí? —fui directo al grano. Frunció el ceño.

—¿Por qué lo preguntas?

—Respóndeme. —dije lo más fría posible.

—Tuve dos novias. ¿Por qué preguntas?

—Con alguna de ellas dos... ¿La cosa no termino bien?

—No, con ninguna. Ahora dime porque lo preguntas.

Me quedé callada. No sabía si debía decirle o no.

—Yo...recibí amenazas.

—¿Qué?

—Recibí llamadas amenazandome.

—¿¡Qué!? ¿¡Hace cuánto!?

—Desde que fui a la casa de mi abuela... —tenía un gran nudo en mi garganta.

—¿¡Y recién ahora me lo dices!? —se separa bruscamente de mi.

Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas al tener mi cabeza gacha. No hacía nada para quitarlas.

—Tenía miedo...

—¡Joder, Mariana! ¡Me lo hubieses dicho! —estaba demasiado furioso. Levantó su mano como si fuera a golpearme, yo traté de cubrir mi rostro con mis brazos, pero el golpe nunca llegó.

—No, perdóname por favor cariño, perdóname. —me envolvió con sus brazos y acariciaba mi cabello. Enterré mi cabeza en su cuello y lo abrazaba más fuerte.

—Perdón Nick por no haberte dicho —acaricié su espalda.

—Está bien, lo entiendo. Gracias por decírmelo —besó la coronilla de mi cabeza —ahora dime, ¿Qué sucedió?

Le conté desde la primera llamada en la casa de mi abuela, hasta la que había recibido minutos antes. Desahogarme me hizo bien, tanto en palabras como en llanto.

—Ya, tranquila —acaricia mi cabello. No hay cosa más relajante que eso.

Me separo poco a poco de él y lo miro a los ojos. No sé que haría sin él. Siempre está ahí para consolarme y ayudarme.

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