Capítulo 10:

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- ¡Está loco!

El grito resonó en la fotocopiadora, barullo y más revuelo atormentaba a la sala del fotocopiado. El sonido de las hojas empapándose en tinta, algunas desechadas a la basura convirtiéndose en algo inservible, gente con la paciencia hasta los límites, concentrados en el mundo de la tecnología. La gente volteó a mirarla, Andrea se escondió detrás de Claire, quien quería lanzar una sonora carcajada por la actitud de su tímida amiga.

-Para mí, que tú eres la loca- Claire bromeó al respecto. – menos mal que no te fuiste, en eso admiro a Samuel y esto te mantendrá ocupada.

-Considero, que lo que me propuso es algo arriesgado, espiar a Alejandro Guanipa. – el nombre del protagonista de su conversación, captó la atención de los empleados de la empresa.

Andrea ya se estaba hartando, la gente allí, le encantaba el cotilleo y no se podía hablar con calma. Un poco más calmada, tomó del brazo a Claire y ambas se dirigieron hacia los sanitarios, los cuales en esos momentos, se hallaban vacíos.

- ¡Deberías tener cuidado, Andrea! – le apretó el brazo de manera cálida. – con el jefe no se jode y he escuchado que está involucrado en algunos asuntos turbios.

Esas últimas palabras, las recalcó con las manos, se encontraba preocupada por su mejor amiga, las cosas se habían complicado en los últimos días, desde que Andrea había intentado huir, con Darío intentaron detenerla pero fallaron y eso la decepcionó en el proceso.

-Cuenta conmigo, por si necesitas espiarlo en algo, no quiero que vayas sola. - Claire trató de transmitirle confianza, pero fracasó ya que la pelinegra se encontraba, más nerviosa, de lo normal.

- ¡Claire, para nada! ¡Tú no te vas a meter! – le tomó las manos entre las suyas - te quiero y no te quiero poner en peligro.

Claire se sorprendía de la ternura de la joven, era una chica que realmente valía la pena conocer. Además, de que tenía un muy buen cuerpo, para poder incursionar en el mundo del modelaje, pero se estaba empezando a ir por las ramas con sus pensamientos.

-Ya veremos, ahora tenemos que ir a trabajar.

Al volver a los cubículos donde estaba su equipo de trabajo, Andrea se cruzó en el trayecto con su intimidante jefe, Alejandro Guanipa. Ella trató, de dirigir su mirada hacia otra parte, no le gustaba mirar a la gente a los ojos, no sabía mantenerla y cuando perdía mostraba signos de debilidad.

-¡Señorita Del Junco! – la gente centró su atención en ellos.

<<Ya están otra vez los chusmas>>, apretó los puños.

-Jefe, en que puedo ayudarlo.

Alejandro comenzó a reírse, por el tono de voz, que implementó su empleada para comunicarse.

- ¡Tenemos que hablar en mi oficina! – ordenó entre risas.

La gente continuó con sus actividades, ya sabían cómo era su jefe, un tipo muy macanudo; y las conversaciones, tanto como las tareas no se las tomaba en serio. Al fin y al cabo, estaba allí; en ese lugar, por su padre ya que este le buscó un trabajo y así comenzó a hacerse conocido, pero les sorprendía que la empresa aún no quebraba.

Al estar sentados en la oscura y fría oficina, Alejandro se decidió a hablar:

- ¿Por qué no me dijiste que eras rica? No lo pusiste en tú currículum.

<<Parece que le afectó que sea más rica que él, debo tener cuidado es un interesado con todas las letras. >>

-Creo que es un asunto de irrelevancia- se miró las manos- y... no creo que sea un problema.

<<Necesito dinero>>, no sabía, cómo continuar, con el hilo de la conversación.

-Esta noche podríamos salir, ¿Qué te parece?

-Lo siento, pero estoy ocupada, van a venir visitas a mi casa – Andrea quería ir a refugiarse, a los brazos fuertes de un pelinegro, su protector. Alejandro Guanipa le erizaba los bellos de la nuca del escalofrió que le producía.

<<No me dejó alternativa, algo hay que hacer>>, se frotó, la afeitada barbilla de hace unos días, se estaba quedando sin ideas sobre cómo conquistar a la joven allí presente.

-Bueno, sólo era eso, señorita- se levantó de su asiento- otro día podremos quedar para algo.

Andrea se levantó también emocionada y aliviada por la escapatoria que haría de la oficina, un poca más, y ya saldría trotando. Aunque, causaría otra carcajada en el rostro de su jefe.

- ¡Adiós! - le tendió la mano y después salió, muy apaciblemente, de la habitación para no denotar su nerviosismo.

<<Es una mujer muy complicada y cerrada. ¿Qué voy hacer con ella? Me pregunto si será virgen por la actitud que demuestra.>>

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Esa misma noche, en el apartamento de Andrea, se encontraban reunidos la joven y sus dos locos amigos, Darío y Claire, pero pasada una hora más tarde, se escuchó el sonido del timbre.

- ¿Esperas a alguien? - preguntó intrigado, Horacio.

- ¡No!

Andrea se dirigió a abrir la puerta; al hacerlo, se encontraba Samuel todo encapuchado, de la cabeza a los pies, por la lluvia.

- ¡Hola! ¿Puedo pasar?

-Sí, ven. Quiero presentarte a una amiga y bueno... a Horacio ya hablaste con él.

Ingresaron hacia la cocina, donde estaban la pareja de amigos riéndose, pero el timbre volvió a sonar. Andrea fue atender de vuelta.

- ¡Hola! - la voz masculina retumbó en la habitación.

-Alejandro, ¿Qué haces aquí?

CONTINUARÁ...

Envolviéndome en tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora