Después de dos días, Andrea ya se fue adaptando a la rutina del trabajo, los horarios de entrada y salida, las charlas y los cotilleos de sus compañeros entorno algunos temas., de los cuales ella era el tema principal de dichas conversaciones matutinas en la compañía.
El atractivo Alejandro Guanipa, alto, pero no muy proporcionado en masa muscular. De vez en cuando, la observaba por la ventana de su despacho que daba hacia los cubículos en el sector administrativo.
Andrea se sentía invadida por una intensa mirada, una vez, levantó la vista y sus miradas se encontraron en el silencio que rodeaba el lugar. De forma discreta, sin que nadie se dé cuenta, intentaba cubrir su rubor en las penumbras de su oficina. El trabajo era de por si complicado, pero no era algo que no se pudiera llevar a cabo.
Samuel, en esos días, anduvo merodeando por la calle donde se encontraba el apartamento del amor de su vida. Contemplaba con tristeza la ventana, esperanzado de que la joven se asomara, aunque sea unos centímetros, pero no había, ni siquiera, rastro de la chica. Las luces, en las noches, se apagaban a las doce o pasa media hora después de ese horario, tenía cada paso controlado, en ese período de tiempo ya se había estudiado toda su rutina.
Había algo que Samuel había pasado por alto, sin ni siquiera prestarle atención, no se dio cuenta de que su amor estaba muy cerca de alguien más., y que este estaba interesado por ella. Hasta que una mañana, se decidió, por fin, a entrar en el edificio. Al hacerlo, se encontró con algo que realmente no se esperaba. Sabía que Andrea era una belleza, pero no se espero tener, tan pronto, competencia en una ciudad desconocida.
Andrea, muy alegre, estaba hablando con un hombre: delgado, alto, de cabello castaño y ojos color café. Sonreía, entre cada gesto que hacía, en cada nueva experiencia que significaba conocer a alguien en una nueva etapa.
-En serio que te pasó eso- jugó con su cabello- no pensé que fueras otra persona fuera del trabajo.
El joven la miró sorprendido, ya de por sí, sabía que la chica solía llegar a ser sincera, pero no hasta el extremo.
-¿Así, cómo?- le llevó un mechón detrás de la oreja.
-Tienes diferentes facetas, en el trabajo eres severo y estricto... y afuera eres un hombre fresco, extrovertido, que le gusta salir y estar con chicas.
El sonrojo de Andrea, era cada vez más evidente, con cada palabra que pronunciaba sabía que se estaba metiendo en terreno prohibido, pero confiaba en que su jefe no se tomaría, de mala manera, esa confesión.
-Veo que cuando te lo propones, eres muy atrevida- levantó una ceja y dejó, en evidencia, su sonrisa reluciente-y eso me encanta.
Alejandro se acercó a ella y la acorraló contra la pared, admiró cada curva de su cuerpo., le rozó, con sus manos, un brazo. Luego se decidió a tocar su cabello sedoso. Andrea, muy incómoda con la situación, intentó alejarse, pero el agarre del hombre sobre ella era muy pesado. Lo intentó, una última vez, pero le resultó imposible.
-¡Suéltame!- le golpeó en el pecho- ¿Qué te pasa?
La mirada de Alejandro, con los minutos, se tornó oscura por causa de la lujuria que experimentaba en esos momentos. A la joven se le ocurrió, algo para salvarse de la tormentosa situación, le propinó una patada en sus partes íntimas, dejándolo inclinado en el suelo, cubriendo y frotándose para reducir el dolor.
-¡Oye!, ¿Por qué lo hiciste? Parece que estás loca- continúo frotándose la herida.
-Me voy... te lo merecías- muy apresurada, entro en su hogar y cerró la puerta tras sí.
Samuel, muy divertido, con lo que hizo Andrea., lanzó una risotada tratando de que el hombre en el suelo, no se diera cuenta de su presencia. Un rato después, el guardia del edificio, lo ayudó a llegar a su hogar. Muy adolorido, Alejandro le agradeció.
-Gracias- estaba por cerrar la puerta, pero el guardia lo detuvo.
-La señorita Del Junco, sí que se sabe defender- comentó admirado el hombre.
-Tiene una puntería la dama- Alejandro se relamió los labios.
-Veo que, a pesar, de que no se encuentre en buen estado, usted continua deseándola- el guardia decía eso, porque ya conocía desde hace años, al inquilino de ese apartamento.
- Desde que la vi, lo hice.- se dirigió hacia el sofá cojeando.
-Igual se lo merece y le advierto- con una mirada retadora, lo enfrentó- sí vuelve hacerlo, llamaré a la policía y una buena paliza no le vendría nada mal.
-¡Ya vete!- Alejandro, con ese comentario, comenzó a carcajearse.
El guardia se fue sin decir nada más, a pesar de que su amenazas fueran en vano, él siempre estaba dispuesto a tratar con amabilidad a una dama, y sí tenía que enfrentarse, a un hombre con mucho dinero, lo haría. Cuando ya se dirigía hacia la salida, se encontró con un hombre corpulento que lo esperaba.
-Disculpe, ¿Cómo se llama ese señor que estaba herido?
-Es Alejandro Guanipa, un hombre poderoso, pero se pasó con una mujer. Igual ella se supo defender.
-Sí, la conozco y es asombrosa. Sólo le pido que cuando yo no esté cerca, quiero la defienda de ese bastardo- Samuel esperaba que cumpla con su petición.
-Claro que lo haré. Una pregunta, ¿Qué es usted con la señorita Del Junco?-se encontraba intrigado.
-Soy un amigo de ella, pero no se lo diga- Samuel se alejó, para dirigirse, hacia la puerta de su amada.
Tocó el timbre y, esperó unos segundos, hasta que la joven se asomara a abrir. La muchacha escuchó el sonido y se dirigió a ver quién era.
-¿Quién es?
Al no obtener respuesta, abrió la puerta. Su pobre corazón, empezó a palpitar a mil. El hombre de sus sueños estaba, allí, frente a ella.
-Samuel...
CONTINUARÁ...
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Envolviéndome en tus brazos
Fiksi Penggemar¿Qué pasaría si todos lograron tener su final feliz en la novela, pero nuestros protagonistas favoritos aún no alcanzaron el punto culmine de la felicidad? ¿Cómo se tomaría Samuel la partida de su amada hacia el extranjero? ¿Lograría conquistarla co...