N/A: sé que llevo mil años sin actualizar y me disculpo por ello. Este capítulo es crucial porque introduzco elementos que había dejado caer muy sutilmente, pero en este capítulo he decidido hacer el ¡booom! Y que os sorprenda. No sé si por esta razón perderé lectores, pero soy una persona que tiende a arriesgar con sus escritos, así que espero ser al menos del agrado de alguien y que disfrutéis con la lectura ^^
Capítulo noveno: Dioses
Camarote de Meteoro, en el puerto de Egipto
-Y bien ¿qué has averiguado? -Jellal clavó sus profundos ojos en el informante.
El día que mandaron construir aquel barco para su uso, exigió un camarote reservado para su intimidad. Lo que no imaginaba por aquel entonces, era la gran utilidad del pequeño espacio para las conversaciones privadas de vital importancia. No confiaba en ninguno de sus soldados a excepción de aquellos a los que había otorgado un cargo, razón por la cual elaboraba sus planes en compañía de Cobra. Para su desgracia, se hallaba en un momento de crisis en el que debía recurrir a personajes non gratos. «Aunque siempre aportan información eficiente».
Rufus sostuvo el incomodo silencio; Jellal enarcó una ceja impaciente.
-Los rumores son diversos y confusos -comentó el rubio.
-Siempre lo son -reprochó Cobra, caracterizado por ser menos paciente que el peliazul. Rufus sonrió y miró con malicia a su enorme compañero de verde cabellera.
-Olga ¿cuántas monedas de oro nos prometieron? ¿Cincuenta? -su aliado asintió sin pronunciar palabra, pues carecía de lengua.
-Son treinta. Ofréceme un buen servicio y te daré lo que me pides. Decepcióname y es posible que no salgáis con vida de mi camarote.
-Parece que navegar te produce amnesia. No sé si recuerdas que toda mi tripulación espera nuestra llegada y si nos demoramos más de la cuenta es posible que encuentren a alguien de Egipto que deseé vuestra muerte y se alíen para vengarnos.
-¿Tan alta es la lealtad de tus hombres? -espetó arisco el pelirrojo.
-Más que la de los esclavos que vivís en la tierra.
-Silencio -sentenció Jellal. No estaba dispuesto a perder el tiempo con disputas absurdas. Hizo un gesto con las manos para que el pelirrojo les diera el pago acordado; Cobra chasqueó la lengua y obedeció ofuscado-. Espero que cada palabra valga su moneda. Comienza y no me hagas perder más el tiempo.
Rufus carraspeó la garganta como si necesitara afinar su voz para un extenso monologo.
-Lo único que puedo afirmar con certeza es que su gobierno se organiza al igual que el vuestro en diversos territorios con sus respectivos gobernantes. Al final todos los esclavos de tierra os sometéis a las mismas leyes sin importar dónde viváis.
-Ahórrate tus farándulas de pirata y ve directo al grano -impuso intranquilo Jellal-. Quiero conocer a mis adversarios. No tu estúpida opinión.
-¡Cuánta carencia humorística! -comentó divertido-. Lo primero que encontrarás al pisar la tierra es que todos los territorios costeros y los pueblos que lo rodean hasta el desierto se someten al dominio de una organización independiente conocida por múltiples nombres.
-¿Colonias o pueblos libres subordinados? No teníamos constancia de Egipto como imperio fracturado. Empezamos bien, Jell.
-Te adelantas en tus deducciones, persa -el pelirrojo lo fulminó con la mirada-. No se excluyen del poder faraónico. ¿Vuestro Imperio no se divide en cuatro territorios protegido cada uno por gobernadores sometidos al poder del emperador? Pues aquí, sucede algo similar. En territorio costero el gobierno recae sobre un escuadrón anónimo formado por personas de diversa procedencia que para vuestro infortunio concuerdan en ideales con la madre de Egipto y gozan de su total confianza.
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La Faraona
FanfictionDestinada a gobernar un gran imperio desde niña, Erza se alzará como faraona mucho antes de lo previsto. Su prematuro mandato, la convertirá en el ojo de mira de los enemigos externos, deseosos de hacerse con el poder de Egipto. Su capacidad milita...