Tras casi dos horas de viaje finalmente Change fue capaz de divisar las siluetas de unos edificios a lo lejos. Esperaba que sean los de Alejandría. Tenía el Nilo corriendo a su lado y la carretera estaba casi despejada. El sol empezaba a ponerse, alejando un poco el calor típico del desierto. Recién ahora era que Change se daba cuenta de que todo lo que había ocurrido hasta ahora había sucedido en el mismo día. Y en el día de su cumpleaños, ni más ni menos. Otros chicos pasan ese día tan especial juntándose con sus amigos y comiendo un gran pastel. Él se la pasaba conociendo demonios, escuchando una larga historia de un pasado olvidado, siendo atacado por su nueva personalidad, viajando por un mundo oscuro y un montón de otras cosas más que Change no tenía tiempo de pensar. Que lindo cumpleaños que estaba teniendo.
Decidió que era momento de despertar a Lilith por lo que sacó una mano del volante y empezó a agitar su hombro. Tuvo que hacerlo por un rato porque al parecer Lilith era de los que tenía un sueño pesado. A diferencia de Change, que se había acostumbrado a tener un sueño ligero por la constante amenaza que existía en las calles estadounidenses de que alguien viniera a quitarte lo poco que tenías. Finalmente Lilith despertó lentamente y frunciendo ligeramente el ceño. Lanzó un gran bostezo antes de recordar donde estaba.
—Espero que haya una buena razón para interrumpir mi sueño— dijo ella un poco molesta.
—Estamos justo enfrente de una ciudad— anunció Change— Quería saber si es nuestro objetivo o no.
Lilith miró por la ventana y en seguida pasaron rápidamente por un cartel. Change no sabía como era capaz de leer tan rápido a la velocidad en la que iban. Habilidades de demonio, tal vez.
—Si, es Alejandría— confirmó Lilith— Por suerte para ti. No me gusta que me despierten.
—Vas a tener que aprender a aligerar un poco tu sueño Lilith— comentó Change— De lo contrario podríamos llegar a tener algunos problemas.
—Si, si, lo que tu digas— dijo Lilith aún molesta.
Change se limitó a soltar una risita y concentrarse en el camino, que ya empezaba a ser afectado por el tráfico urbano. Era evidente que a Lilith le ponía de muy mal humor que la despertaran de esa forma.
Mientras avanzaba por las calles de la ciudad, Change no pudo evitar admirar la ciudad que se encontraba en su top 10 de "ciudades que debo visitar antes de morir". Alejandría fue una de las múltiples ciudades del mismo nombre que fundó Alejandro Magno a lo largo y ancho de su imperio. Era evidente que al tipo no le faltaba ego. Incluso intentó proclamarse un especie de dios. Change supuso que el gran Alejandro también había sido un médium, igual que Ramses II. Esa ciudad albergaba en tiempos antiguos una de las siete maravillas del mundo antiguo: El Faro de Alejandría. Ahora este se encontraba en pedazos en el fondo del Mar Mediterráneo. Algo irónico y gracioso si se lo preguntas a Change.
—Aparca el coche aquí— ordenó Lilith interrumpiendo los pensamientos de Change— Seguiremos a pie.
—Como ordene señorita— dijo Change con una pequeña risa.
Change dejó el auto a un costado y apagó el motor. En seguida bajó y también lo hizo Lilith. Ella se estiró un poco como para terminar de despertarse y le hizo señas a Change para que la siga. En vez de ir por las calles principales fueron por un callejón lateral algo estrecho. No es que a Change le importase. No era claustrofóbico, más bien lo contrario, se sentía más cómodo en espacios cerrados que en grandes zonas abiertas. Tras un rato serpenteando entre diversos pasillos donde Change muchas veces estuvo en riesgo de perder la cabeza, este realizó la pregunta que lo venía carcomiendo desde que llegaron a la ciudad.
—¿Estas segura de que la entrada a la Biblioteca de Alejandría es por aquí?— preguntó.
—Por supuesto— contestó Lilith muy segura de si misma— Hay varias formas de entrar pero yo solo conozco una entrada y, para serte sincera, no tengo ni idea de como abrirla.
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La Última Corona
FantasyLos ancestros fundaron doce reinos. Un rey para cada reino. Una corona para cada rey. Pero una profecía les advirtió el fin de su civilización. Buscaron una solución y la encontraron. Otra corona, la decimotercera. Una corona para sobrevivir. Una co...