En un momento la caída paró y Change empezó a deslizarse por lo que parecía ser un tobogán gigante. Iba cada vez más abajo y a mayor velocidad. Era como si no acabara nunca, parecía que llevaba horas ahí. Lo único que lo mantenía apegado a la realidad eran los gritos de Lilith que se escuchaban producto del eco del lugar. Change, la verdad, se estaba divirtiendo bastante. Salvando las distancias, le hacía recordar al tobogán que siempre usaba en el parque que su madre adoptiva lo llevaba cada sábado cuando era niño. Todavía estaba recordando ese pasado cuando sus instintos le avisaron que estaba por llegar a piso firme. Se preparó como pudo para aguantar el golpe.
El tobogán paró de golpe y Change salió disparado hacia una habitación. De alguna forma se las arregló para evitar golpearse contra el suelo y mantenerse de pie. Dio un vistazo a lo que le rodeaba. La habitación era grande pero parecía que había sido hecha bruscamente y a las apuradas. Las paredes no eran lisas sino que mantenían las texturas del interior de la corteza terrestre. Lo único destacable era una sencilla puerta de madera muy desgastada que pareciera que se iba a caer solo con que alguien la tocara. Change se pone a pensar que debería hacer a continuación justo cuando siente que algo lo golpea desde la espalda. Cae boca abajo sintiendo un gran peso sobre su espalda. Change se da cuenta al instante de lo que había ocurrido.
—Gracias por amortiguar mi caída— dijo la indistinguible voz de Lilith.
—No hay de que, encantado de ayudar— bromeó Change— Ahora, ¿podrías quitarte de encima?
Lilith se levantó, un poco apenada por la situación. Change también lo hizo y se dirigió hacia la puerta. La analizó un momento. Tal y como había notado antes, la madera no estaba desgastada, estaba directamente podrida y húmeda. En algunas partes habían empezado a crecer pequeñas plantas. Change solo tuvo que dar un pequeño empujón para que cayera al suelo haciendo un ruido que retumbó en todo el lugar.
—No podemos volver atrás por lo que solo nos queda avanzar— anunció Change mientras empezaba a caminar.
Lilith lo seguía de cerca, atenta a todo lo que podría llegar a pasar. Reinaron unos incómodos minutos de silencio mientras avanzaban por ese camino. Giraban, subían, bajaban, pero nunca llegaban a su objetivo. Lilith decidió que debía romper el silencio, aunque sea para volver la travesía un poco más entretenida.
—Change, voy a serte sincera— dijo— No tengo ni idea de que podemos llegar a encontrar allí abajo.
—Pues, Nithael había mencionado a unos "guardianes" que custodiaban las ruinas— recordó Change.
—¿Guardianes?— preguntó Lilith— Eso no me gusta nada.
—A mi tampoco— respondió Change— Pero nosotros podremos con lo que sea que nos lancen.
—Si. Tienes razón— coincidió Lilith con una sonrisa.
Y Lilith se quedó sin nada de que hablar. Regresó el silencio. Ese silencio que a ella no le gustaba nada. Observó por un momento la espalda de Change, oculta detrás del manto que su padre le había legado. No había duda, tenía mucho de él. Azazel siempre había sabido destacar entre los demás demonios. Había algo en él que hacía que los demás lo siguieran. Quizás su presencia o su forma de hablar. Lilith nunca lo descubrió. Y, sin lugar a dudas, Change había heredado eso de su padre. Aunque era probable que no se diera cuenta de que poseía esa capacidad tan necesaria en los grandes líderes. Change debía ser un líder, Lilith estaba convencida de eso. El regreso de los nephalem era lo único que permitiría imponer esa paz y ese orden tan amados y queridos por ella. Su pasión por el orden se la enseño Azazel. Su voluntad por la paz la aprendió de Inaela.
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La Última Corona
FantasyLos ancestros fundaron doce reinos. Un rey para cada reino. Una corona para cada rey. Pero una profecía les advirtió el fin de su civilización. Buscaron una solución y la encontraron. Otra corona, la decimotercera. Una corona para sobrevivir. Una co...