Change gritó. Gritó como nunca había gritado en su vida. Sentía cada célula de su cuerpo quemarse, aplastarse, ahogarse, desintegrarse y luego volver a recomponer solo para pasar por lo mismo una vez más. Y otra y otra vez. Solo duró unos segundos pero para Change fue una eternidad de tortura. Lo último que sintió antes de caer al suelo fue como si le clavaran dos lanzas en la espalda. Se desmayó apenas tocó tierra.
Sintió que se alejaba y flotaba. Sentía el aire fresco atravesándolo, sin nada que lo atara a la tierra. Abrió los ojos y contempló dónde estaba. Flotaba en medio del aire, rodeado de nubes. Miró hacia abajo y pudo ver las luces de una ciudad, aunque no pudo determinar con exactitud de cual se trataba. Change dedujo que era de noche. Observó su cuerpo y comprobó que era transparente, incorpóreo, casi como un fantasma. Intentaba recordar que era lo que había pasado cuando una voz misteriosa interrumpió sus pensamientos.
—Es increíble ¿verdad?— preguntó la voz— Lo que los humanos son capaces de construir con su ingenio.
—Y lo rápido que pueden destruirlo por su propia estupidez— respondió Change.
—Es verdad— admitió la voz.
—Será mejor que salgas de tu escondite— ordenó Change— Muéstrate.
No hubo respuesta. En vez de eso algunas de las nubes se movieron. La persona que empezó a avanzar hacia Change era bastante alta, se podría decir que era la primera persona con la que Change podía hablar cara a cara sin tener que inclinar la cabeza. Llevaba un traje verde lima con decorados en amarillo y plata. Su rostro mostraba seguridad y su pelo rubio claro caía hasta sus hombros.
—Te he estado siguiendo por un tiempo, Change Pierce— anunció— Tu aventura en la ruinas de Renterión me ha dejado realmente impresionado.
—Ya me conoces pero yo no se quien eres— repuso Change manteniendo su distancia.
—Mi nombre no es importante, al menos de momento— afirmó el hombre— Por ahora lo que debes saber es que soy un Serafín.
—¿Serafín?— preguntó Change— ¿Eres una de las otras razas de la Creación?
—Se podría decir que si— respondió el serafín— Pero no me compares con esos inferiores.
Este simple comentario bastó para que inmediatamente el Serafín le cayese mal a Change. Llamar "inferiores" a todos los que no eran como tu era una actitud que el no podía tolerar pero decidió no hacer ningún comentario al respecto. Miró al Serafín con desconfianza por un rato mates de volver a hablar.
—¿Que estas haciendo aquí?— preguntó Change— ¿Que quieres de mi?
—Nuestro mandamiento nos impide intervenir en los conflictos de los inferiores— respondió el serafín— Pero siempre existen excepciones a la regla. Y tú eres una gran excepción en el Pergamino del Destino.
—¿Pergamino del Destino?— preguntó Change— ¿Que es eso?
—Imagínatelo como un gran libro dónde la vida de cada ser viviente de la Creación está escrita y determinada, con lujo de detalle— explicó el serafín— Todos los nombres están allí. Excepto el tuyo. El destino de los Nephalem no está escrito. ¿Sabes lo que eso significa?
—Que somos libres de crear nuestro propio camino— contestó Change— Que no hay nada que delimite el rumbo que debemos seguir.
—Exactamente— confirmó el serafín— Lo cuál, al mismo tiempo, quiere decir que tienes todos los caminos abiertos. Pero el gran problema ahora es que no sabes que hacer.
—Te equivocas— repuso Change— Debo encontrar una forma de convertir a los médium en nephalem.
—Eres mas inteligente de lo que creía— admitió el serafín— Pero ¿sabes como conseguirlo?
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La Última Corona
FantasyLos ancestros fundaron doce reinos. Un rey para cada reino. Una corona para cada rey. Pero una profecía les advirtió el fin de su civilización. Buscaron una solución y la encontraron. Otra corona, la decimotercera. Una corona para sobrevivir. Una co...