Toda la sala en que Change se encontraba se desvaneció de la nada. Incluso la corona había desaparecido de sus manos. No había rastros de ninguna de sus amigas. Ahora se encontraba como flotando en un vacío de un color azul pálido que parecía infinito.
—¿Hola? ¿Hay alguien?— preguntó Change— ¿Lilith? ¿Krista? ¿Elektra? ¡Alguien responda!
Pero no obtuvo ninguna respuesta. Miró para todos lados, intentando ver algo que lo guiara o lo ayudara. Entonce, vió el trono que se encontraba antes en la sala. Pero estaba distinto. Para empezar, no tenía al esqueleto ni la corona, lo cual decepcionó un poco a Change. En segundo lugar, parecía mucho más... nuevo. Como si lo hubieran hecho ayer. Change fue "flotando" hasta este y lo revisó de arriba abajo, buscando alguna pista. Pero lo que no sabía era que lo que de verdad debía procurarle estaba detrás de él.
—Muy bonito, ¿no crees?— preguntó la voz de una mujer.
Change pegó un salto (o algo así, era difícil difícil decir que "saltabas" en ese lugar tan raro) antes de girar a ver quien le había hablado. En principio pensó que era Lilith pero luego notó que la chica era algo más alta que su amiga y que su pelo era color castaño, no negro. Aún así, y a pesar de su voz, no parecía en lo absoluto mayor de edad.
—Hola, Change Pierce— lo saludó la mujer— Un largo camino hasta aquí ¿verdad?
—¿Quien eres?— preguntó él— ¿Qué es este lugar?
—Una pregunta a la vez, si no es demasiada molestia— respondió la mujer— Mi nombre es Rena III. Última reina del Reino de Merisan, cuya capital era la ciudad de Albernia. Y, ahora mismo, estas en un pequeño programa de seguridad que inventamos hace ya mucho tiempo.
—¿Todo esto... es un programa?— preguntó Change.
—Así es— respondió Rena— Es algo parecido al Espacio Alterno pero hecho enteramente por pura ciencia. Increíble ¿verdad? Y, si lo que te preocupan son tus amigas, descuida. Mientras estés aquí el tiempo en el plano normal no pasará. Lo cuál nos da bastante tiempo para que te muestre un par de cosas.
—¿Tienes algo que mostrarme?— preguntó Change— ¿Qué cosa?
—Tu ya conoces parte de nuestra historia, gracias a tu amiga Archidemonio— respondió Rena— Pero, si lo que pretendes es resucitar a los nephalem debes conocernos. No como nos ven las otras razas sino como realmente somos.
—Hay algo que no entiendo— dijo Change— ¿Estas... viva?
—No— contestó Rena— Mi cuerpo desapareció hace tiempo. El esqueleto que viste era lo último que quedaba de mi. Ahora no soy más que una proyección, una inteligencia artificial con la personalidad y recuerdos de la verdadera Rena, además de la capacidad de interactuar contigo casi como si estuviera viva. Tengo un solo objetivo en mi programación. Esperar a aquel que representa nuestra salvación. A ti. Ahora, deja que te explique todo lo que hemos vivido. El recorrido de una raza con todo lo que ha sufrido.
De la nada aparecieron en medio de un gran prado verde done había varias colinas. Un pequeño grupo de casas de madera, más o menos organizadas, se extendía por el lugar. Sobre la montaña más alta había otra casa, solo que esta era más grande, lo suficiente como para albergar a varias personas.
—¿Dónde estamos?— preguntó Change.
—Estamos en un punto del tiempo poco después del surgimiento de los nephalem— respondió Rena— Hoy, en este lugar, los nephalem escribirán la primera página de su historia. Y lo harán con sangre.
En lo que parecía ser el centro de esa pequeña aldea, alrededor de ciento cincuenta personas estaban reunidas, paradas, muy juntas entre sí y hablando muy fuerte. Change se sorprendió. Eran todos nephalem. Los había de todos los tipos. Hombres y mujeres. Altos y pequeños. Blancos y morenos. Y sin embargo, todos se trataban como si fueran iguales. Rena avanzó hacia el círculo seguida por Change. Por unos segundos más el parloteo continuó hasta que llegó otra persona. Este era algo alto, aunque no tanto como Change, y tenía el pelo tan rojo que parecía que se prendería fuego en cualquier momento.
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La Última Corona
FantasyLos ancestros fundaron doce reinos. Un rey para cada reino. Una corona para cada rey. Pero una profecía les advirtió el fin de su civilización. Buscaron una solución y la encontraron. Otra corona, la decimotercera. Una corona para sobrevivir. Una co...