El viaje a Kazán fue rápido. Habían dejado a Igra en el cuarto, a lo cuál ella no se quejó ya que estaba muy cómoda recostada cerca de la estufa. Despegaron desde Moscú y llegaron allí en pocos minutos. Demasiado pronto, si se lo preguntaban a Change. Llegaron antes que el tren por lo que tuvieron que mantenerse en el aire por un tiempo, esperando a ver si conseguían verlo llegar desde el este. Tras unos cuantos minutos, una columna de humo les anunció que había llegado el momento
—Miren, ahí viene nuestro tren— indicó Lilith.
—Ya era hora— se quejó Krista— Me estaba empezando a cansar de tanto mantener mi hechizo.
—¿Crees que aguantarás?— preguntó Change.
—De eso no tienes que preocuparte— respondió Krista— Además, nos tomaremos una siesta por lo que recuperaré energía.
—Mejor aterricemos— sugirió Lilith— Está por llegar a la estación.
Los otros dos asintieron y bajaron lo más cerca posible de la estación de trenes de Kazán. Ubicado cerca del centro de la ciudad, la estación era un importante punto para toda la línea ferroviaria rusa ya que se encontraba cerca del límite de la Rusia europea. Más allá se extendían las frías y casi deshabitadas tierras de Siberia. Sin embargo, en ese momento no se permitía el paso a la estación ya que los militares la habían cerrado, probablemente para que nadie se acerque al tren en el que el trío deseaba entrar.
—Esto es un problema— afirmó Change— ¿Cómo entramos?
—Podemos probar con un hechizo de Camuflaje— sugirió Krista.
—Pero la estación es muy grande y no sabemos donde esta el tren— repuso Change— Necesitamos un guía.
—Tengo una idea— anunció Lilith— Esperen aquí.
Antes de que Change o Krista pudieran detenerla, Lilith avanzó a paso lento hacia la estación. Caminaba tranquilamente y de forma despreocupada, como si no supiera que no debía estar allí. Su actitud inocente y aparentemente infantil atrajo la atención de uno de los soldados.
—¡Tu, niña!— gritó el soldado— ¡No puedes estar aquí! ¡Vete a casa!
Lilith lo miró directamente y sonrió. Pasó el dedo anular de su mano derecha por encima de sus labios lentamente sin apartar la vista.
—Canción del Deseo— susurró.
Inmediatamente el soldado se paralizó. Intentaba moverse pero cada vez que lo hacía su cuerpo temblaba tanto que parecía que se deshacería en cualquier momento. Lilith había extendido su mano hacia él, como invitándolo.
—Mis deseos serán tus órdenes— afirmó ella— ¡Obedéceme!
Entonces, los ojos del soldado se pusieron de color rosado por un momento antes de regresar a su color natural.
—Si... mi señora— dijo con voz pausada.
—Eso esta mucho mejor— comentó Lilith— Las mentes de los humanos son muy fáciles de controlar.
Ella les hace señales a los otros para que se acerquen. Change y Krista lo hacen sin estar del todo convencidos.
—¿Qué les parece?— preguntó Lilith— Está totalmente bajo mi control. Y olvidará todo cuando lo libere así que no hay ningún riesgo.
—¿Exactamente cuan grande es tu nivel de control?— preguntó Change.
—Depende— respondió Lilith— ¿Quieres ver como se queda en calzoncillos y canta el himno norteamericano a toda voz?
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La Última Corona
FantasyLos ancestros fundaron doce reinos. Un rey para cada reino. Una corona para cada rey. Pero una profecía les advirtió el fin de su civilización. Buscaron una solución y la encontraron. Otra corona, la decimotercera. Una corona para sobrevivir. Una co...