Change estuvo un rato allí, con sus dos amigas dormidas. Ambas acababan de pasar por una experiencia muy dolorosa, tanto que terminaron desmayadas a causa del dolor. Él se había asegurado de que ambas sufrieran lo menos posible. Ahora mismo, el era quien mejor las conocía de todos. Sabía el pasado de ambas y lo que habían vivido y sufrido. Ellas habían abierto sus historias para él y eso era algo que Change valoraba mucho.
—Descansen ahora— les susurró— Lo merecen.
Change se alejó de las camas y salió de la habitación. Al volver al salón, pudo ver que Lilith estaba jugando a perseguir a Igra sin conseguir absolutamente ningún éxito. La pynian era demasiado rápida y pequeña para que Lilith pudiera alcanzarla.
—¡Ven aquí!¡Quédate quieta!— exclamó ella.
Change no pudo evitar reírse de la situación y se quedó un rato simplemente mirando como las dos jugaban hasta que consideró que era hora de parar.
—Es suficiente, Igra. Ven conmigo— ordenó.
Igra lo escuchó y salió corriendo hacia su dueño, trepando por su cuerpo hasta que se acostó en su hombro. Change la acarició mientras veía a Lilith acercándose
—Hola Change. ¿Ya has terminado?— preguntó ella.
—Si, ya esta— respondió él— Ahora las dos están descansando.
—¿Qué fue exactamente lo que ocurrió?— preguntó Lilith.
—Tuve que romper unas barreras que se encontraban ocultas en sus recuerdos— contestó Change— De paso, las fui conociendo. Que fue lo que vivieron y como llegaron hasta aquí. Ambas tienen historias muy duras.
—¿Cuál es el peor pasado?— preguntó Lilith.
—El de Elektra, sin duda— respondió Change— Aunque el de Krista tampoco se queda muy atrás. Lo que me recuerda que hay algo que quiero saber.
—Pregunta y te responderé con lo que pueda— anunció Lilith.
—Tu tienes en gran estima a Dios ¿verdad?— preguntó Change.
—Claro, como es obvio— respondió Lilith— Los demonios somos una sociedad guerrera y, a la vez, religiosa. Algo así como los espartanos de la historia humana.
—Entonces dime, ¿cómo es que parece que Dios es indiferente a todo lo que ocurre?— preguntó Change.
—Esa es una idea que muchos, equivocadamente, tienen— contestó Lilith— Te responderé tu pregunta con otra pregunta. ¿Cómo hubieras reaccionado si, en vez de dejarte elegir si venir conmigo o no, te hubiera obligado a involucrarte en todo esto? ¿Tendrías la misma actitud que ahora?
—Por supuesto que no— respondió Change— No me gusta que me obliguen a hacer algo que no quiero hacer.
—Entonces, ya tienes la respuesta a tu pregunta— afirmó Lilith— El Creador, por encima de todo, respeta nuestra libertad de elegir entre el bien y el mal. Somos nosotros, con nuestras acciones, los que determinamos si nos salvamos o nos condenamos. La simple fe no basta. El Creador espera que elijamos el bien y actuemos acorde a sus designios y enseñanzas pero no puedes obligar a nadie a actuar bien si ya se ha decidido por el mal. Lo único que puedes hacer es hacerle darse cuenta de ese error y devolverlo al buen camino. Claro, todo sería más fácil si el Creador decidiera, de la nada, quitarnos nuestro libre albedrío y nos "configurara", por decirlo de alguna manera, a hacer el bien. Nadie haría el mal pero no seríamos libres. El Creador nos quiso libres y libres nos mantendrá. De lo contrario seríamos meros títeres en manos del titiritero. Y nadie quiere eso ¿verdad?
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La Última Corona
FantasyLos ancestros fundaron doce reinos. Un rey para cada reino. Una corona para cada rey. Pero una profecía les advirtió el fin de su civilización. Buscaron una solución y la encontraron. Otra corona, la decimotercera. Una corona para sobrevivir. Una co...