Tras reencontrarse con Krista, le contaron todo lo que les había ocurrido en el Partenón (además de responder a unas cuantas preguntas). Terminado el interrogatorio al que Krista los sometió los tres estuvieron de acuerdo que lo mejor sería seguir adelante. Buscaron un lugar apartado de la ciudad y emprendieron vuelo inmediatamente. Ahora viajaban por encima del Mar Egeo, un mar plagado de un sin fin de islas cada una más pequeña que la anterior. Pero, por primera vez, Change no estaba prestando atención a lo que lo rodeaba.
Las palabras de Atenea aún estaban retumbándole en la cabeza y no lograba encontrarles un significado. Lo que sí tenía claro era que su "pequeño" conflicto acababa de complicarse hasta el infinito. Ahora, además de que la Creación estaba al borde de una guerra devastadora había unos serafines rebeldes y tenía a los Dedus que aún no podía determinar la razón por la que lo ayudaban.
Y ni siquiera podía decir que estaban de su parte, tal vez simplemente Atenea había obrado por su cuenta, atraída por el hecho de que Change le resultaba "interesante".
¿Por qué todos decían eso? Change no se sentía nadie especial. Si, era un nephalem. Pero nada más. Desde Lilith en adelante pasando por prácticamente todos aquellos que había conocido en esos días, todos lo trataban como si él fuera todopoderoso o algo por el estilo. Como si fuera capaz de cambiar toda la Creación a su gusto. No le gustaba nada eso. Él siempre había intentado pasar desapercibido, no llamar la atención, a pesar de que tanto su altura como sus ojos hacían lo posible para que no lo consiguiera en la mayoría de las ocasiones. Y ahora se sentía como si estuviera en medio de un teatro lleno, con todo el mundo esperando a que hiciera algo extraordinario.
Change debía admitir que, aunque le encantada su nueva vida como Nephalem, había veces en las que se preguntaba si hubiese sido mejor salir por la puerta de la casa de Clidford Hill y dejar todo atrás. Mientras aún estaba pensando en todo esto, sintió como Lilith se acercaba a él.
—Hay algo que te preocupa— afirmó ella— Dime. ¿Qué es?
—No es nada solo... no puedo quitarme las palabras de Atenea de la cabeza— respondió Change.
—Lo se, me pasa lo mismo— comentó Lilith— Y yo que al principio pensaba que esto iba a ser una simple travesía para traer de vuelta a los Nephalem.
—¿Simple travesía?— preguntó Change de forma irónica.
—De acuerdo, eso ya de por sí es difícil— admitió Lilith— Pero desde que empezamos la cosa únicamente se ha complicado para nosotros. Perdón por enredarte en todo esto Change.
—¿De que te disculpas?— preguntó Change sin esperar una respuesta— Lilith, antes de que llegaras era un don nadie sin futuro que vivía en las calles y cuya mayor preocupación era ver si conseguiría comida ese día. Tú cambiaste todo en mi. Y, a pesar de todas las complicaciones, ha sido para bien. Me alegra haber hecho caso a esa carta que me mandaste. Y, lo admito, por momentos pienso que podría haberme ido por esa puerta y no haberte visto nunca más. Pero ahora mismo me cuesta imaginar un futuro sin que estés ahí para apoyarme.
—Gracias Change— contestó Lilith con una sonrisa— Puede que no lo parezca pero me hace muy feliz que me digas esas cosas.
Change le devolvió la sonrisa pero, en su interior, no puede evitar preocuparse. Desde que había conocido la historia de Lilith (o, al menos, una parte de ella) había presentido que ella corría un gran peligro ayudándolo. Necesitaba saber. Saber qué es lo que ella sentía en realidad. Lo que escondía detrás de cada sonrisa.
—Lilith, necesito hacerte una pregunta— anunció Change en un tono serio— Una que llevo queriendo hacer desde hace un tiempo.
—Parece grave. Pregunta— dijo Lilith.
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La Última Corona
FantasyLos ancestros fundaron doce reinos. Un rey para cada reino. Una corona para cada rey. Pero una profecía les advirtió el fin de su civilización. Buscaron una solución y la encontraron. Otra corona, la decimotercera. Una corona para sobrevivir. Una co...