Parte XV Dolor, simple y llanamente, dolor II

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Ha sido genial leer vuestros comentarios, solo por eso os adelanto el nuevo capítulo. ¡Disfrutadlo!

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Mi cuerpo se estremecía como si quisiera tiritar. Un frío glacial se apostó en los huesos al tiempo que el corazón y la garganta ardían. Las punzadas en la cabeza habían desaparecido y el escozor de la piel también; no intenté respirar, temía que si hacía un leve movimiento todo el dolor anterior regresaría. Algo cruzó la oscuridad en la que estaba sumergida. Abrí los ojos levemente, con cautela. Lo primero que vi fue una densa luz blanca, todo estaba demasiado difuminado. Parpadeé, pero no sirvió de nada.

Me encontraba mucho mejor. Por alguna razón, el frío glacial era reconfortante. Sentí curiosidad por saber dónde estaba. Tal vez había vuelto a morir y ahora estaba en el cielo, esto se parecía mucho más a lo que contaba la gente. Pero no, si no había entrado en el paraíso la primera vez, dudaba que fuera a hacerlo ahora. Extendí una mano hacia la luz, pero no la toqué; la temperatura aumentaba a medida que la alejaba más de mi cuerpo. Al estirar el brazo, pequeñas hondas circulares nublaron aún más mi visión. Entonces, empecé a percibir la verdad.

Abandoné la paz que sentía y me senté en el centro de la gran bañera. La gran claridad se debía tan solo al color de las paredes del baño. Había estado sumergida, con ropa y todo, en mi bañera llena de grandes cubitos de hielo. No era el cielo, pero al menos me sentía bien. Los recuerdos de la noche anterior estaban entremezclados, lo único que permanecía nítido era el tormento, y el olor de mi propia sangre. Salí del agua y cogí una toalla.

Regresé a la habitación. Los ventanales estaban cubiertos por las pesadas cortinas, así que aún se mantenía en penumbra. Me costó comprender por qué de pronto veía tan bien los muebles, los tejidos... No necesitaba luz para ver lo que tenía frente a mí. También me llegaron nuevos sonidos. Ni una palabra, solo el traqueteo de un pequeño aparato de aire acondicionado; el movimiento de las palas que utilizaban los otros, más modernos, para cambiar el aire de dirección; y la brisa al penetrar por alguna grieta o ventana mal cerrada; pero el que más me impactó fue el que producían las gotas de agua procedentes de mi ropa mojada al estrellarse contra el suelo. Era increíble. Me puse algo seco y, al hacerlo, me invadieron un montón de nuevas fragancias. ¿Se referían a eso cuando decían que mis sentidos se agudizarían? Rodeé la habitación fijando la esencia de todas las cosas que tenía alrededor. Olores que ni siquiera sabía que existían; madera antigua, algodón, quemado. ¿Quemado? Ese sí que lo cono- cía, pero ignoraba de dónde procedía. Giré la cabeza hacia mi derecha y vi el pequeño refrigerador funcionando a duras penas al lado de mi cama. Pero el que más intenso me llegaba era el suyo,

«Su» olor. Abrí las cortinas para comprobar si él es- taba allí, pero tuve que cerrar los ojos inmediatamente. Al cabo de un segundo los volví a abrir, poco a poco. No había mucho sol, pero todas las cosas relucían más de lo normal. Los colores eran mucho más vivos y tenían un sinfín de nuevos matices. Descubrí nuevas texturas, nuevas formas...

Me acerqué al espejo que habían vuelto a colocar tiempo atrás y tuve que ahogar un grito al ver la imagen que me devolvió el reflejo: mi pelo se había secado por completo en muy poco tiempo y caía en suaves ondas a ambos lados de mi rostro; sedoso, brillante y ligeramente más dorado, aunque quizá solo se debiera al efecto que ocasionaba la repentina luz que irradiaba mi inmaculada piel, mucho más blanquecina. Por suerte, ya no tenía ese aspecto amoratado y grisáceo. No había ni una leve mancha, ni un lunar, ni una sola imperfección. Mis ojos me observaban desde el espejo, grandes y negros, como siempre, aunque mucho más brillantes, como febriles. Mis labios, por fin, tenían color. Poco a poco fui perdiendo mi interés por el espejo, había captado un nuevo sonido, el latido de un corazón,pero demasiado lento como para ser normal.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora