Capitulo cuatro

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Dia Ocho:

—Oye, Draco—llamo Potter a su novio, mientras intentaba, sin éxito, abotonarse la manga de la camisa—.

—¿Qué sucede?—cuestiono el rubio, quien se acerco y ayudo a Harry a abotonar su manga, como cada mañana—.

—quería preguntarte algo. ¿Qué le puedo comprar a Snape?—cuestiono Harry, mientras extendía el otro brazo para que Draco repitiera la acción, pero este se quedó pasmado ante la pregunta de Harry—.

—¿Quieres comprarle algo a Snape?—cuestiono el rubio, sin entender—.

—sí, ya sabes, por su cumpleaños. Creí que sería bueno para todo eso de volvernos amigos, ¿no lo crees?—cuestiono, aunque no recibió respuesta de su novio. Este tenía una expresión de consternación que Potter no entendió del todo—. En fin, ¿tú que le compraste?

—Oh, dime que no lo dices en serio—rogo Draco. Ahora fue Potter el sorprendido—.

—¿Qué no digo en serio que? ¿No quieres que le compre un regalo?—cuestiono, frunciendo el ceño—.

—Ya le compramos un regalo, o al menos, eso se suponía ¡Te pedí hace un mes que fueras a Flourish y Blotts a comprar su regalo hace un mes!—le espeto Draco, furioso—.

—¡Claro que no!—le contradijo Harry, molesto porque le gritara—. Nunca me pediste que fuera.

—¡claro que sí! Te dije que fueras específicamente a comprarle "Pociones y otros artes" hace un mes, porque era el único ejemplar que recibirían hasta quien sabe cuándo—le contesto el rubio, furioso. Estaba seguro de que se lo había pedido a Harry hace semanas—. ¡Una sola cosa! Solo una maldita cosa te pedí, ¡Y tú la olvidaste, Potter!

—¡No me lo pediste, Malfoy!—le contradijo Harry, completamente seguro de que su novio nunca le había pedido tal cosa—. No me culpes porque se te ha olvidado comprarle un regalo a tu "casi padre"—Harry hizo las comillas en el aire y utilizo un tono sarcástico que sabía que cabrearían al rubio, pero poco le importo. Odiaba que Draco le culpara de cosas que nada tenían que ver con él—.

—Eres un idiota—le espeto Draco, completamente cabreado, antes de desaparecer, como hacia cada vez que se ponía furioso con Harry—.

Harry se pasó las manos por el desordenado cabello y tiro de el con frustración. Luego suspiro.

Ron se burlaría de él todo el día por tener solo una de las mangas de su camisa abotonada.

. . .

—¡Vamos, debe haber alguna forma de conseguirlo!—casi le rogo Harry a la mujer que atendía Flourish y Blotts—. Otro lugar donde comprarlo, o aunque sea usado...

—Lo lamento, señor Potter, pero no tenemos más ejemplares, ni nadie más los tiene. Pociones y otros artes es el más renombrado libro de pociones, y su autor saca cuatro tomos por año. Es casi imposible conseguirlos, y sin duda, muy costoso—le dijo la mujer—.

—¿Cuánto?—cuestiono entonces Harry—.

—¿Cuánto que, señor Potter?—cuestiono la mujer, confundida—.

—Cuanto me cobrara por conseguírmelo—aclaro y, ante la mirada perpleja de la mujer, saco una pequeña bolsa marrón de su bolsillo y la vacío sobre el mostrador: había al menos quinientos galeones allí—.

—Señor Potter...—comenzó a negar la mujer, más que perpleja, y Harry saco otra bolsa. La vacío junto a las otras monedas, maldiciendo a su novio y a Snape—. Puedo mandarle una lechuza al autor, aunque no puedo prometerle nada, señor Potter.

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