Día veintisiete (Por tercera vez, lo sé):
—¿Potter?—Snape no sabía porque el tembloroso y mojado Harry Potter que le devolvía la mirada estaba allí—.
—¿Puedo pasar?—cuestiono el chico, casi con ojos de cachorrito—.
Snape no dijo nada, solo lo dejo entrar y fue a buscarle una toalla.
Harry se sintió reconfortado por el cálido ambiente del despacho, lo cual era irónico, porque siempre había odiado el caluroso y saturado ambiente del despacho del profesor de pociones, porque si, estaban en ese despacho. La profesora McGonagall le había dicho a Harry que Snape seguía durmiendo allí, aun luego de tantos años.
—¿Qué hace aquí?—cuestiono Severus cuando le dio la toalla a Harry y él se envolvió con la misma—.
—He peleado con Draco—dijo el muchacho, mientras intentaba secarse con la toalla—.
—¿Peleado? ¿Cómo? Es decir, ¿ustedes han...?—Snape dejo la frase en el aire, sin atreverse a pronunciar la palabra "terminaron" por la maldita emoción traicionera que despertaba en él—.
—No hemos terminado. Al menos, eso creo—dijo Potter, negando. La simple idea hacia que algo le doliera—.
—¿Por qué han peleado?—cuestiono entonces Snape, intentando no mostrarse desilusionado—.
—Estoy cansado de que Draco me eche la culpa de todo lo que le sale mal y se lo dije, y comenzamos a pelear por la boda y una cosa llevo a otra, y simplemente termine yéndome—le explico Potter—.
—Draco siempre ha necesitado a quien culpar de sus errores—dijo Snape, sin saber que más decir ante la situación. No quería decirle a Potter que Draco pronto e disculparía y todo estaría bien, porque el mismo no quería que eso pasara, a pesar de lo mucho que le molestaba—.
Harry hizo un gesto desdeñoso pero no agrego nada más acerca del tema.
—¿Podrías prestarme ropa? La lluvia empapo la mía.
Snape solo asintió y fue a su habitación a buscar algo que le pudiera quedar bien a Potter. Al volver, se encontró con el chico semidesnudo.
Había dejado toda su ropa, salvo los calzoncillos, en la mesa y se estaba secando el cuerpo junto al fuego de la chimenea.
Snape le paso la ropa a Potter sin decir nada y este la acepto, completamente sonrojado. No pudo evitar preguntarse qué pensaría Snape de su cuerpo, y Severus no pudo evitar maravillarse con el cuerpo del chico.
Potter se calzo los Jeans que le quedaban grandes y la camiseta que le llevaba hasta debajo del muslo y sintió como si volviera a llevar la enorme ropa de su primo. ¿Qué le había hecho Harry a la vida para ser tan escuálido?
—¿Quieres té?—cuestiono Snape luego de un momento, intentando llenar el silencio que se había formado—. De cualquier manera, iba a preparar para mí.
Harry solo asintió y se sentó en el sofá, sin saber muy bien que hacer. Ni siquiera sabía porque estaba allí y no en casa de Hermione y Ron, o con Neville, o luna, o Ginny... hasta podría haberle hecho una pequeña visita a Krum, quien lo había invitado al partido del día siguiente en Berlín. Pero allí estaba, sentado en el sofá del despacho de Snape ¿Por qué estaba allí, con la persona que más le recordaba a su novio? Porque estaba allí, con la única persona que podía hacerle olvidar a su novio
—¿Qué crees que pase ahora?—le pregunto Harry a Snape mientras se acurrucaba contra la esquina del sofá. Snape coloco las tazas con el contenido humeante sobre la mesa ratona y miro a Potter, pensando en su pregunta—.
—Si te refieres a contigo y Draco, no tengo la menor idea. Draco siempre te culpara por lo que le sale mal, como nos culpa a todos. No puede evitarlo. Le enseñaron a culpar al resto de sus propios errores, pues su padre es igual. Lucius solo culpaba a los demás de sus fracasos—explico Snape mientras Harry envolvía la taza con las manos y se la llevaba al pecho para disfrutar de su calor—. Pero nada de eso importa si tú... ya sabes, lo amas.
—Claro que lo amo—contesto Harry, pasándose la mano libre por el cabello mojado—. Es decir, lo he amado por casi diez años, y nada más había importado... hasta ahora.
—Ya no es lo mismo, Harry. Ya no son adolescentes enamorados. Ahora planean casarse.
—¿Crees que fue un error?—cuestiono entonces Harry, apretando aún más la taza contra su pecho—.
Snape tardo en contestar.
—Yo no puedo decirte eso, Harry. Es tu propia decisión, y por lo tanto es tu propia noción sobre si es o no un error la que cuenta.
Harry subió sus pies descalzos al sofá y se llevó las piernas al pecho, escondiendo la cara ligeramente en ellas.
—A veces pienso que si lo es—susurro Harry, sin mirarle. Estaba concentrado en el vaho que expedía su bebida—.
Ambos se quedaron en silencio un rato, simplemente bebiendo su té y mirándose de soslayo.
—¿Por qué crees que es un error?—cuestiono Snape luego de un rato—.
—Yo... últimamente siento... cosas que no había sentido en mucho tiempo—murmuro Harry, dándole una vaga explicación que no tenía ganas de completar—.
—¿Qué clase de cosas?—cuestiono Snape mirándolo, sintiendo su corazón latir con rapidez antes las posibilidades. ¿Podría Potter decirle que sentía algo parecido a lo que él estaba sintiendo?—.
Harry calvo su mirada en la de Snape, preguntándose si sus ojos serían capaces de decir lo que sus labios no.
Abrió la boca para confesarle que sentía millones de mariposas cada vez que estaban cerca; que amaba su sonrisa, por no hablar de su risa; que podría pasarse días escuchándole hablar; que su tacto era equivalente a una descarga eléctrica; que sentia curiosidad por todos los secretos que su oscura mirada ocultaba; que le gustaba; que estaba enamorado de él.
Pero antes, tocaron la puerta.
ESTÁS LEYENDO
El Precio Del Amor
FanfictionHarry Potter y Draco Malfoy, la pareja más famosa de todo el mundo mágico, habian anunciado su boda. Creeran entonces que todo era amor y felicidad para el niño-que-vivio-y-vencio ¿Verdad? Pues no. Draco le ha pedido a su ahora prometido que "saldar...