Capitulo veintidos

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Día cuarenta y siete (ya perdí la cuenta. ¿La cuarta vez? ¿La quinta?):

—¿Me darías una segunda oportunidad para amarte?—cuestiono el rubio, citando las palabras del cartel—.

Harry clavo su mirada en él. Tenía el cabello despeinado por el viento y su rostro ya no lucia esa enorme sonrisa con que lo habían recibido. Tenía una mano extendida hacia Potter, aunque los separaban varios metros.

Harry sintió una estúpida necesidad de correr hacia Draco y abrazarlo con todas sus fuerzas, pero eso le habría dado al rubio una idea equivocada.

Antes de que Potter pudiera decidir qué hacer, el cielo estallo en luces y colores. Harry bien podría haber jurado que las estrellas se juntaron para formar aquellas palabras.

"Cásate conmigo, Harry Potter".

Harry no pudo evitar que el corazón se le estrujara en un recuerdo.

(F.B)

—¿Por qué dices que ha sido simple?—cuestiono Harry, frunciendo el ceño. Draco y el estaban acostados y abrazados hacia horas. El rubio le decía que su propuesta había sido algo simple—.

—No me malinterpretes, cariño, ha sido fantástico—le aseguro Draco, sonriendo. Paso el pulgar por el labio inferior de Potter antes de besarlo—. Pero ha sido... tradicional. Has comprado flores, puesto música romántica, te has hincado en una rodilla y has sacado un hermoso anillo. Algo hermoso, pero tradicional.

Harry se rio.

—¿Y cómo lo hubieras hecho tú, genio?—cuestiono, acariciando la cintura de Potter—.

—algo grandioso, sin duda. Con mucho público, así no podrías decirme que no—bromeo Draco, riendo—. Compraría... una sola flor. Pero no una cualquier flor, sino una única, una para ti solo.

—¿Ah, sí? ¿Y que más harías?—cuestiono Harry, riendo—.

—Te diría todo lo que significas para mí—contesto el rubio, tumbando a Harry debajo de el—. Y luego... el cielo estallaría en colores—murmuro el rubio, mientras besaba el cuello de Potter—. Allí estaría, mi propuesta, porque eso sería. Yo no te lo preguntaría... simplemente diría—fue bajando la voz mientras se acercaba al oído de Potter. Harry sintió como el aliento del rubio le calentaba la oreja—. Cásate conmigo, Harry Potter.

Harry tumbo a Draco, siendo ahora él quien estuviera arriba, y lo beso hasta que sus pulmones le rogaron por aire y su corazón que no soltara a ese chico nunca más.

(F.F.B)

Harry se perdió en la nebulosa de sus pensamientos un momento, y cuando volvió a la realidad Draco seguía mirándolo expectante.

Potter pasó la mirada del cielo a los carteles, y luego a Draco.

¿El rubio quería una respuesta en ese mismo momento?

Harry miro sobre su hombro, intentando encontrar a Snape, pero el ya no estaba allí...

—Yo...—todos parecieron estar con la mirada clavada en Harry—. Tengo... tengo que pensarlo.

Murmuro antes de salir corriendo tan rápido como sus piernas le permitieron, con los murmullos sorprendidos de todos a su espalda.

Al entrar a Hogwarts miro solo un segundo sobre su hombro, y vio como Draco bajaba la mano, desesperanzado, y miraba la flor entre sus manos. La misma se cubrió de escarcha, y Harry supo sin verle que Draco lloraba.

Sin poder contenerse, Potter cambio rápidamente el rumbo de sus pasos. Volviendo por donde había venido, corrió hacia el rubio y lo estrujo entre sus brazos con tanta fuerza como fue capaz, hundiendo el rostro en el hueco entre el cuello y el hombro de Draco.

(F.B)

—¿Qué harías si te dijera que no?—cuestiono Harry con una sonrisa traviesa—.

—¿Lo harías?—cuestiono el rubio, enarcando una ceja—.

—No, pero no es el caso. ¿Qué harías?—inquirió Potter—.

—Yo no tendría que hacer nada. Tú me destrozarías sin marcha atrás.

La mirada del rubio era tan intensa que Harry lo beso para no ver la pena que reflejaban sus ojos.

(F.F.B)

—Te quiero—susurro Potter en el oído del sorprendido rubio antes de soltarlo y salir corriendo otra vez—.

Draco se quedó mirando a Potter alejarse, con lágrimas pendiendo de sus pestañas. ¿Eso que había sido?

Mientras tanto, Harry buscaba desesperadamente a Snape.

—¡Severus!—llamo a los gritos cuando entro en el despacho de pociones—. ¡Maldita sea, Severus, contesta!—llamo otra vez, pero nadie contesto. Estaba vacío—.

De inmediato salió corriendo en dirección al despacho del director, sin importarle todos los alumnos que le miraban como si estuviera loco cuando pasaba a su lado.

Harry pasó por la ridícula gárgola y toco la puerta casi con frenesí, sin respuesta alguna. Al final el mismo la abrió mediante magia.

El despacho estaba vacío. Allí no había nadie... o eso creyó Harry, hasta que escucho sollozos en el balcón.

Se dirigió hasta allí con paso lento, no muy seguro de si quería ver lo que se encontraba tras esas puertas.

Al salir al balcón, se encontró con Severus llorando.

—Sev...—llamo en poco más que un susurro—.

El profesor se sobresaltó al escucharlo y se volteo de inmediato.

—No te me acerques—gruño con la voz ronca—.

Harry dio un paso hacia el hombre.

—Sev...

Una voz los sobresalto a ambos.

—¿Qué pasa aquí?

Draco estaba parado en el umbral de la puerta.

El Precio Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora