Capitulo veinte

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Día cuarenta y siete:

Harry sé quedo completamente pasmado.

—¿Qué?—cuestiono, con un hilo de voz, deseando haber oído mal—.

—Creo que deberías volver con Draco.

Harry se preguntó si Severus tenía idea del daño que le producía al pronunciar esa frase.

—Yo...—Harry no tenía ni idea de que decir. Se pasó las manos por el cabello y tiro de el para deshacerse de su frustración—. ¿Por qué dices eso? Pensé que... que me querías—murmuro Potter, intentando no dejar entrever lo destrozado que se sentía—.

—No sé trata de eso. Tu y yo... nunca podremos estar juntos—sentencio Snape, sin atreverse a mirar al muchacho—.

—¿Por qué?—cuestiono Potter, intentando entender la decisión del hombre—.

—¿Cómo podríamos estarlo? Tú eres el exprometido de Draco Malfoy, ¡Y yo soy su padrino! ¿Qué piensas que diría Draco de esto? Nos odiaría a los y... no puedo—Snape termino susurrando. Nunca podría vivir sin Draco a su alrededor. Era el hijo que nunca había tenido, algo que no cambiaría por nada... ni nadie. Ni siquiera por Potter—.

—Dijiste que él estaba bien—reclamo Harry—.

—Tú y yo sabemos que realmente no es así—dijo el profesor y Harry tuvo que admitir que era verdad. Potter abrió la boca para decir algo, peor Snape lo interrumpió—. En cualquier caso, ¿No te lastima?—cuestionó el hombre, tomando por sorpresa a Harry—.

—Si no me lastima, ¿Qué, exactamente?

—Saber que destrozas a una persona que amas—contesto Snape—.

—Yo...

—No lo niegues. ¿Podrías hacerlo, siquiera? ¿Podrías jurarme que no amas a Draco?

Harry trago saliva.

—Claro que lo amo—admitió. Severus descubrió que esa afirmación le dolió más de lo que hubiera esperado—. Pero es lógico. Hemos terminado hace menos de una semana, y he salido con Draco durante... años. Aun cuando ya no vea a Draco de una forma romántica, siempre lo amare. Él... estuvo cuando muchos no, fue mi apoyo cuando más lo necesite, y yo el suyo—durante un momento, Harry se perdió en los recuerdos de toda su relación, en aquellas épocas en las que se amaban y esa era la única puta cosa que importaba...—. Pero me he cansado de Draco y sus malditas actitudes. Es egoísta y egocéntrico, cruel, desconsiderado... una vez, luego de mataran a Sirius en el ministerio, Draco estaba furioso porque habían encarcelado a su padre y... textualmente, me dijo "Que lastima que vuelvas a ser un puto huérfano, pero mira el lado bueno, quizá vayas a parar a un pulgoso orfanato y te sientas como en casa". Tratar con una persona como él siempre ha sido... jodidamente difícil—admitió Potter. Aun recordaba perfectamente el día que Draco le había dicho aquello. Recordaba su rostro, arrogante y cruel, el desdén en sus palabras, la forma indiferente en que se había alejado caminando sin echarle una segunda mirada a Harry. Esa tarde casi habían terminado. Quizá lo hubiera hecho de no ser porque Draco estaba inconsciente por el puñetazo que le había pegado Harry—.

—No has contestado mi pregunta—susurro Severus, mirándolo fijamente—.

—¡Puta madre! ¿Qué si me duele saber que destrozo a Draco? ¡Sí, me destroza! Pero hay otra persona a la que amo más que a Draco: a mí mismo. Y prefiero destrozarlo a él que a mí mismo. No quiero... no puedo hacer que Draco cambie en eso; es algo que le corresponde a él, y él no quiere cambiar.

—¿Y dónde entro yo en esa ecuación?

—¿A qué te refiere?—cuestiono Harry, desorientado—.

—Amas a Draco, y te amas más a ti mismo. ¿Y yo? ¿En qué puesto de esa lista he quedado?

La mirada de Severus brillaba.

El corazón de Harry latía contra sus costillas.

Antes de que Potter dijera nada, McGonagall abrió la puerta sin tocar. Parecía alterada.

—¿Qué sucede?—cuestiono Severus, preocupado. Para que la profesora llegara de tal forma, debía ser importante—.

—Te buscan, Potter—fue lo único que dijo la mujer antes de salir. Harry miro a Severus como diciéndole "no hemos terminado" antes de seguir a McGonagall, con Severus detrás—.

Harry adivino por el camino que tomaban que iban hacia los jardines. ¿Quién podría estar buscándolo y porque no entraba?

Harry tuvo su respuesta pronto.

Una estridente voz se coló en castillo a medida que se acercaban al jardín. Parecía amplificada por un megáfono o algo menos muggle.

—Por favor, Harry Potter, no nos hagas esperar más. Tenemos un horario que cumplir, y un mar de estudiantes que impresionar.

Era la voz de Draco.

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