Veintiuno

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Me tendió en la cama y llevó mis manos atadas hacia arriba de mi cabeza.

Su cuerpo apresaba totalmente el mío. Subió mi falda y tiró de mi ropa interior, sin previo aviso sentí su miembro en mi entrada, me dio una mirada llena de lujuria pero también de posesividad. Comencé a llorar debido a la anticipación de lo que iba a ocurrir, mis palabras de súplica no valieron como freno para que se adentrara bruscamente en mí y tuviera que soltar un grito lleno de dolor. Otra cuerda fui instalada en mi boca y ahora mis lágrimas y sollozos se habían convertido en quejas silenciosas.

¿Tenías que ser Tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora