Cuarenta y nueve

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Sus labios toman los míos con dulzura y comienza a amasarlos, sigo su ritmo el cual vuelvo un poco exigente, en cuestión de minutos la ropa comienza a sobrar y nos convertimos en un manojo de pieles calientes ansiando por unirse y encontrar el espacio en el rompecabezas. Estallamos y el silencio se va para dejar paso a los gemidos y suspiros.

¿Tenías que ser Tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora