Vi un taxi a una cuadra e intenté pararlo haciendo una seña al levantar mi mano, pero esta se vio empuñada por otra y supe que me había atrapado.
-Ya déjame por favor –dije mientras sollozaba.
-Nunca, eres mía.
Abrió la cajuela del auto del que reconocí era de su madre. Me tiró allí y volvió a atar mis manos y luego obstruir mi boca. Negué una y otra vez pero no escuchaba mis súplicas.
ESTÁS LEYENDO
¿Tenías que ser Tú?
Short StoryPara un hombre, obtener él rechazo de una mujer puede ser un tiro al blanco en su ego. La venda impuesta por la irrealidad en nuestros ojos puede jugarnos a favor o en contra, la aprovechamos y nos permitimos vivir conforme a lo que soñamos, o atent...