Me ha servido el desayuno con la sonrisa más encantadora que he visto en la vida. Solo duró una décima de segundo, pero fue suficiente para que se guardara en mi memoria. Vuelvo al día siguiente a la misma cafetería y me siento en la misma mesa con la esperanza de que me atienda la misma camarera.
Y ahí viene, otra vez. Con esos ojos grises que rozan la transparencia, y esa melena negra ondulada recogida en una coleta, y con la misma sonrisa que me atendió ayer, me atiende hoy. Y sigo volviendo, mañana sí y mañana también, hasta que me atrevo a pedirle una cita, ella se pone colorada y acepta, veo como va con una sonrisa tímida a contárselo a su compañera de trabajo, que parece tener la misma edad que ella y que le responde con una mueca de disgusto.
Pasan los días, pasan las semanas y pasan los meses. Cuando menos me lo espero ya somos novios y vivimos juntos, ha sido un suspiro de felicidad que nadie sabe como pasó. Pero empiezan los problemas, siempre hay un momento en toda relación en el que todo se tuerce.
Parece ser que ella no entiende, no comprende. Por un lado lo puedo llegar a entender, porque soy su primer novio, por otro lado me molesta discutir por el mismo motivo una y otra vez. ¿Es tan difícil de entender que si está conmigo no puede quedar con ningún otro chico por muy amigo suyo que sea? ¿Es tan difícil de entender que no puede tener amigos en el Facebook y que los tiene que eliminar? ¿Es tan difícil de entender que solo se tiene que arreglar cuando sale conmigo?
Las discusiones me acaloran cada vez más y más. Hasta que llega ese día, ese día en el que estallo y le doy una bofetada para que se calle de una puta vez y aprenda quien manda. Le digo que lo siento, pero que ella sola se lo ha buscado. Me da la razón, yo me siento mejor porque ha aprendido la lección.
Desde ese día, cada vez que discutimos, acabo levantándole la mano. Juro que en el fondo no quiero, en el fondo no quiero hacerle daño, no quiero lastimarla. Pero siempre es la única manera de hacer que se calle. Me siento mal por ello, pero al menos así aprende. Aunque me parta el corazón verla llorar mientras recoge el desastre que se acaba montando en el piso tras cada discusión, por ello siempre le compro un ramo de flores y le recuerdo que aun la amo a pesar de todos los errores que comete.
Entonces llega. Ese día llega.
Llego a casa y no hay nadie. Registro toda la casa de pies ala cabeza y no hay nadie. Me temo lo peor. Abro todos los cajones y todos los armarios. Sus cosas no están, se ha dio sin darme una explicación. La llamo todas las veces que puedo, pero no responde. Empiezo a tirar todo lo que encuentro que me recuerda a ella, marcos de fotos, pequeños detalles que me regaló...
Voy a la cocina con el móvil en la mano mientras intento contactar con ella, llamando a sus amigas y a quien sea. Y la veo, veo una nota, escrita con su puño y letra. La abro, la leo y no doy crédito a los que mis ojos están leyendo. Dice que no aguantaba más esa tortura y que por eso se va, que por eso se acabó todo, que la deje en paz. ¿Pero por qué? Si siempre fui bueno con ella.
A la mañana siguiente voy a la cafetería en la que trabaja y, nada mas entrar, la cojo del brazo y la saco a la calle. Empieza a gritar que la suelte, que la deje en paz. Me giro, paro en seco y le digo claramente que a mi nadie me deja, que ella es mía, que nunca encontrará a nadie como yo, que yo soy lo mejor que se puede merecer. Pero grita, grita y llora, pidiendo auxilio, yo intento que se calle, pero es casi imposible.
La policía viene de repente y me detienen. Les intento explicar que es mi novia y que solo estábamos teniendo una discusión de pareja, pero no me hacen caso. Al final me dejan en libertad, con una orden de alejamiento que me impide ver al amor de mi vida hasta el día del juicio. Aún no entiendo nada, ¿qué fue mal?
Al día siguiente voy a la cafetería para intentar hablar con ella, pero la encargada me echa del lugar, me dice que no quiere que gente como yo frecuente ese sitio y que no intente encontrarla, que ha dejada el trabajo y se ha mudado a otra zona. Aún no me lo creo, no me creo lo que está pasando. Y, pero aún, no me creo que tenga que esperar hasta quien sabe cuando para verla.
Ocho meses después me citan en el juzgado. Al fin es el gran día, la voy a volver a ver. Cuando llego, lo primero que hago es buscarla en la sala, y ahí está, con la mirada perdida en la pantalla del móvil mientras se le escapa alguna que otra sonrisita. Por mi mente solo existe la posibilidad de que esté hablando con otra persona. Me hierve la sangre.
Termina el juicio, y después de que ella soltara mil y una mentiras, a mi me condenan con una orden de alejamiento aún mayor que la anterior y a hacer no sé cuantas horas de servicio comunitario "gracias" a que no tengo antecedentes previos. Pero le resto importancia a eso. Justo al acabar el juicio ella enciende su móvil y le sale otra sonrisita de la cara, ¿pero quién le ha dado permiso para hablar con alguien que no sea yo?
La sangre me vuelve a hervir e, inconsciente de mis actos, me levanto del asiento y llego a ella antes de que nadie pueda pararme y le doy un puñetazo en toda la cara. Acabo detenido en prisión, a espera de condena, de otro juicio para poder ver esa cara tan linda que tiene. Pero la cosa es que estoy entre rejas, rodeado de criminales de verdad, no como yo, yo no he hecho nada.
Ha sido todo culpa suya, culpa de esa puta que me enamoró y se convirtió en mi condena. Juro que algún día lo pagará caro.
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Y este, señoras y señores, era nada más y nada menos que el último "extra" de esta historia♥
Besos
CelyLove
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Adiós
Short Story"¿Y tú? ¿Qué hubieras hecho en mi lugar?" TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS 16/05/2017 - #162 en historia corta✔ 14/01/17 - #751 en historia corta✔ 11/02/17 - #495 en historia corta✔ Gracias a todos❤ Iniciada el 20/11/2016 Terminada el 26/03/2017