Trigésimo recuerdo (I)

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El cielo ha dejado de llorar. Ya las nubes están desapareciendo. Fue solo un momento de agua caída del cielo, pero era un momento que me hacía falta.

Levanto la mirada al frente, sé que falta poco para que salga el sol, pero ni rastro aún.

Estoy completamente empapada, chorreando a litros y litros. Sé que estoy congelada, calada hasta los huesos, pero he llegado a ese momento de la vida en el que ya no siento ningún tipo de malestar físico.

Pestañeo un momento, lo suficiente como para ver lo que mi mente me quiere mostrar.   

AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora