Trigésimo recuerdo (IV)

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Sé que debería llamar al teléfono de urgencias... pero no lo hago. Me quedo quieta, como una piedra, mirando lo que pasa.

Mirando como su respiración sigue disminuyendo. Mirando como empieza a vomitar boca arriba, lo que provoca que se ahoge en su propia porquería. Mirando como su piel cambia de color y se va apagando.

Mirando como muere.

Y me siento, me siento a ver su cadáver.

Cuando mi padre llegó no me enteré, simplemente me sobresalté al verlo a mi lado. Al verlo gritar, a verlo gritarme una y otra vez "¿¡Pero qué has hecho?! ¿¡Pero qué has hecho?!".

AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora