Capítulo 2

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"A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo."
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—Marinette, que bueno que llegas. Por favor ayúdame con la cubierta de este pastel- le dijo su padre, que parecía un tanto olvidadizo y apresurado.

—Claro papá—como no era la primera vez que le pedía ayuda con algo relacionado con la cocina Marinette sabía qué hacer. Con delicadeza fue haciendo los diseños del pastel y luego de un par de minutos este resaltaba magníficamente en la barra de la cocina.

—Gracias Marinette. No sé qué haría sin ti—respondió, dándole un beso en la frente.

—No hay problema papá, pero dime que es lo que pasa. Hace días que te noto un poco más olvidadizo de lo normal.

—Veras: hace un par de semanas se anunció un concurso para todos los pasteleros del condado y el primer premio es la construcción de una pastelería en Paris. Los que desearan participar debían de mandar la receta que usarían y a los que quedaran seleccionados se les enviaría una carta sobre cuando y donde debían de presentarse, y yo recibí la carta apenas hoy.

—Eso es genial papá pero, ¿Por qué no me lo dijiste?—pregunto curiosa. Le emocionaba la idea de volver a Paris pues, cuando ella era muy pequeña y su madre murió se habían mudado a esa pequeña aldea. Muchas veces le había preguntado a su padre porque se habían ido pero nunca recibió una respuesta y con el tiempo dejo de preguntar.

—Siendo sincero, no creí que pudiera calificar—admitió abiertamente su padre. A pesar de que su progenitor, Tom Dupain-Cheng, era realmente bueno con los pasteles y los postres tendía a subestimarse mucho.

—Vamos papá. Eres el mejor pastelero de toda Paris, puede que incluso de toda Francia. Era obvio que te seleccionarían—dijo con una sonrisa y totalmente segura de sí misma Marinette.

—Gracias pequeña. Siempre sabes cómo animarme—respondió mientras la despeinaba cariñosamente.

—En fin. Dime que es lo que menciona la carta.

—Aquí dice que tengo que presentarme dentro de tres días en Paris para pasar a la siguiente parte del concurso. Así que me tendría que marchar esta tarde para llegar a tiempo ya que estamos un poco lejos de Paris—bajo la mirada. No le gustaba la idea de partir tan pronto pero era una nueva oportunidad de poder empezar de nuevo.

—No te preocupes por mi papá. Lo entiendo. Además, no es la primera vez que sales y me quedo sola. Se cuidarme bien—le contesto comprensiva Marinette. Sabía que esto era importante para él y lo tenía que apoyar.

—¿Qué habré hecho para merecerte?—pregunto sonriendo y abrazándola.

El resto del día Marinette estuvo ayudando a su padre a empacar todos los ingredientes que necesitaría así como su ropa. Al terminar de empacar, subieron todo a su carreta y la amarraron al Nooro, su caballo.

—Ya me tengo que ir Marinette. Dime que te gustaría que te trajera.

Marinette lo pensó por un momento y al final respondió que una rosa. Estas habían adquirido un valor muy especial desde que su madre había fallecido pues habían sido sus favoritas.

—Está bien. Cuídate hija. Te quiero—le dijo mientras la abrazaba fuertemente.

—Yo también te quiero papá. Por favor, cuídate—le pidió con lágrimas en los ojos. A pesar de que no era la primera vez que salía para vender sus postres siempre le dolía despedirse. Le daba la sensación de que no lo volvería a ver.

—Así lo hare—y acto seguido, partió.

Marinette se quedó observando a su padre hasta que desapareció entre los arboles del bosque, sin poder evitar la sensación de que algo iba a pasar. Sacudió la cabeza y decidió ir a leer sus nuevos libros. Estaba tan metida en las historias que no se dio cuenta de que ya había anochecido. Resignada se levantó y marco la página en la que se había quedado. Fue a la cocina y tomo un plato de galletas junto con un poco de leche para cenar algo ligero.

La Bella y El GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora