Capítulo 7

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"En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De estos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto."
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Las risas llenaban la habitación y resonaban por los pasillos.

Marinette se estaba riendo tan fuerte que término derramando un par de lágrimas.

—Y entonces, Plaga llego muy agitado, gritando que su queso había desaparecido—les narraba animadamente Tikki a Marinette y a Chat.—Iba a buscarlo con el cuándo me fije que Mylène se estaba tapando la nariz y llevaba algo en la mano y resulto que era el queso. Se disponía a tirarlo pero Plaga en ese instante se dio cuenta, se lo arrebato y se puso a besarlo mientras le susurraba palabras de cariño. Ya imaginaran lo que paso después. Se pusieron a discutir toda la tarde, sin descanso. Parecían niños.

—¿En serio se pusieron a discutir por un queso?—le pregunto Marinette divertida a Plaga, aunque Chat también se estaba riendo.

—Ustedes no lo entenderían. Solo unos cuanto fuimos bendecidos con un paladar tan fino para apreciar la exquisitez del Camembert o cualquiera de los quesos—afirmo vehemente.

Solo se le quedaron mirando y después soltaron unas carcajadas.

Mon fromage, deberíamos dejar al amo descansar—le dijo cariñosamente Tikki.

—Tienes razón, mon galletita. Con su permiso amo, nos retiramos—y rodeo con delicadeza al pequeño plumero mientras salían, dejando solos a Marinette y Chat.

—¿No crees que Plaga tenga un pequeño problema con el queso?—le pregunto risueña.

—Siempre le ha tenido una peculiar afición. Lo mismo le pasa a Tikki con las galletas—le respondió con su usual voz grave.

—Dime, ¿tú has sentido afición por algo?—le pregunto mirándolo directamente a los ojos.

Se quedó pensando un momento, tratando de recordar algo que lo haya hecho feliz. De repente, le llego un recuerdo de él y su mama preparando unos croissants. Sus ojos se empañaron pero se recompuso.

—Sí. Siempre me han encantado los croissants—decía con un brillo en sus ojos.

Marinette le sonrió y se le acercó. Tomo un paño y lo mojo en un pequeño tazón que había al lado de la cama. Con delicadeza, lo paso por las heridas de Chat, el cual soltó un pequeño gemido de dolor. Aunque se veían mejor, tardarían aproximadamente otra semana para sanar totalmente. Luego, toco su frente para comprobar que no le hubiera dado fiebre. El solo le sonrió, aunque parecía una mueca. Giro ligeramente a la derecha mientras trataba de encontrar una posición cómoda. Marinette sabía que dormiría hasta la hora de la cena.

Habían pasado cuatro días desde el incidente con los lobos y las cosas entre ellos mejoraron un poco: Marinette ya no estaba a la defensiva con él, además de que era un poco más sencillo ser paciente con él. Chat, por otra parte, comenzaba a ser más amable tanto con ella como con sus sirvientes, sin mencionar que ahora había un poco más de confianza por parte de ambos.

Dispuesta a entretenerse, tomo uno de los libros que se encontraban sobre una mesa de la habitación y se sentó en el primer sillón que vio. En la portada se leía en letras doradas Rêve d'une nuit d'été. Sonrió para sí misma y se sumergió en la piel de Hermia y Lisandro.

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—¿Qué lees?—le pregunto una voz ronca y somnolienta. Marinette se sobresaltó ligeramente.

—Sueño de una noche de verano—y le mostro el libro. Chat solo puso los ojos en blanco.

—¿Por qué no me sorprende? Todo ese enredo solo por un pequeño error y, aun así, todos tienen un final feliz.

La Bella y El GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora