Capítulo 5

2.2K 150 18
                                    

"En las profundidades del invierno aprendí que en mi interior habita un verano invencible."
.~:~:~:~:~:~:~.

Los relojes sonaron cuando la medianoche llego.

Marinette abrió ligeramente la puerta de su habitación para asegurarse de que no había nadie. No vio señales de que hubiera alguien ahí, por lo que salió y decidió ir a la cocina para ver si podía encontrar algo de comer. Aunque no se arrepentía de haber rechazado la "invitación" de la bestia a cenar, ella aun necesitaba comer.

Aun cuando ya hubiera recorrido esos pasillos hace apenas unas horas todavía la sorprendía el aspecto lúgubre del lugar. Tal vez con una limpieza el lugar pueda verse más vivo, pensó. Haciendo memoria, trato de acordarse donde se encontraba el vestíbulo para poder tener un punto de referencia.

Cuando pasaba por una de las habitaciones escucho una hermosa música. La tonada era algo melancólica y los ritmos, lentos pero se podía sentir el sentimiento en ella. Hipnotizada por el dulce lamento, se dirigió al origen de aquella melodía. A medida en que avanzaba la música se iba haciendo más fuerte hasta que llego al salón de fiestas y ahí vio al hermoso piano, tocándose solo. Gracias a la pálida luz de la luna y a las grandes ventanas vio a Tikki y Plaga bailando al compás de la melodía. Parecía que no existía nada más que ellos, perdidos en los ojos del otro.

Marinette solo los contemplo con una sonrisa. Se veían realmente enamorados, como si nada los pudiera separar. Cuando dos almas están destinadas a estar juntas, siempre se encontraran, ya sea aquí o al otro lado del mundo, reflexiono mientras los seguía viendo. En ese momento, el piano, percatándose de su presencia interrumpió la música y se acercó a saludar.

—¡Oh! Señorita, discúlpeme. No me percate de su presencia— dijo el talentoso instrumento.

—No se preocupe por eso—dijo Marinette despreocupada.—Por cierto, soy Marinette. Un gusto en conocerlo.

—Igualmente. Yo soy Nino Lahiffe. Maestro musical de la bella Italia—dijo amistoso.

—¡¿En serio?! Eso es impresionante pero la verdad no me sorprende. Lo oí tocar. Realmente tiene talento—le dijo Marinette impresionada.

—Es usted muy amable—dijo Nino. Realmente le agrado ella. Estaba a punto de decirle algo cuando Tikki y Plaga se acercaron.

Jeune Marinette, ¿Qué hace levantada a estas horas?—pregunto Tikki.

—Lamento si los interrumpí. Andaba buscando la cocina para poder comer algo—y justo en ese momento su estómago gruño.

—En ese caso la acompañamos a la cocina, madame—le dijo Plaga y alumbro el camino. Marinette se despidió de Nino. Tal vez luego podría hacerle una visita.

Luego de un par de minutos llegaron a la cocina. Marinette se asombró de lo grande que era. Había todavía un pequeño fuego en una estufa y el aire estaba impregnado de un aroma delicioso.

—Ah, Marlena ¿Cómo estás?—dijo alegremente Plaga. La estufa le sonrió como pudo.

M. Plaga, me he encontrado mejor—miro a Marinette.—Hola, mademoiselle. He oído mucho de usted. Es un gusto conocerla.

—Igualmente, madame.

—Díganme, ¿Qué los trae aquí? Y más a estas horas—pregunto curiosa Marlena.

—Venimos en búsqueda de algo de comida para Marinette—respondió Tikki.

—Tienen suerte. Sobro mucha comida de la cena—le comento Marlena.

La Bella y El GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora