Capítulo 11

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"Si los ojos son las ventanas del alma entonces la boca es la puerta del corazón."
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Se podía sentir la impaciencia y emoción por todo el salón. No había ni una sola alma que no estuviera esperanzada por esa noche y no solo porque era el primer baile en mucho tiempo, sino que también era la oportunidad perfecta para acercar a dos corazones confundidos.

Todos los sirvientes estaban reunidos a la espera de que alguien dijera que es lo que harían.

—Hermano, no puedo creer que volveré a tocar en una fiesta—comento Nino, excitado.

—Créelo porque así será—le dijo Max y se dirigió a todos los demás—. Como saben, el amo nos pidió que arregláramos este lugar para una gala. Sobra decir que tenemos poco tiempo y necesitamos que todo quede perfecto. Voy a repartir las tareas de cada uno. Marlena, tú te encargaras de la comida. Sugiero algo ligero.

—Hare un milagro esta noche. No te preocupes por eso—respondió orgullosa a la vez que corrió directo a la cocina.

—Alix, Iván, Kim y Nathaniel, ustedes ayudaran a limpiar este lugar—dijo, refiriéndose a las tres armaduras del centro y al pincel rojo.

Estaban a punto de quejarse cuando sintieron un temblor. Todos sabían lo que significaba: otro pétalo cayó. Ahora la rosa solo tenía cuatro pétalos. Conscientes de que el tiempo estaba sobre ellos, asintieron y se fueron por los productos de limpieza

—Mylène, Rosita y Juleka, ustedes ayudaran a arreglar la cocina y el salón.

—¿Y qué harán ustedes?—pregunto Rosita, haciendo referencia a Tikki, Alya, Nino, Plaga y Max.

—Nosotros arreglaremos al amo y a Marinette.

Acto seguido, todos se marcharon a realizar sus respectivas tareas.

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—No lo sé. No me convence—dijo Marinette mirando el vestido que le había dado Alya.

Era de una tela suave color magenta, un poco ceñido hasta la cintura y suelto de la parte de abajo, llegando un poco más abajo de la rodilla. Era muy lindo, con un aire de inocencia y gracia.

—Vamos Marinette. Se vería muy bien en ti—trato de convencerla Alya.

Marinette simplemente se negó.

—Sigamos buscando—sugirió Tikki.

Una pila de vestidos estaba sobre la cama. Era como ver el Everest; pensar en las tantas opciones que tenía le dio un ligero mareo pero estaba decidida a encontrar el mejor atuendo.

Cada una fue a un lado de la pila, escarbando entre tanta tela. Cualquier vestido que les gustaba se lo mostraban pero cada uno era rechazado. Entre más pasaban los minutos, más se desesperaban. De repente, Alya se levantó emocionada. Entre sus brazos de madera saco un largo vestido rojo. Se veía un poco voluminoso pero la tela era delgada y fresca. Era encantador por su sencillez.

—Es muy bonito- dijo Tikki encantada—. ¿Tú qué opinas Marinette?

—Me gusta pero siento que le falta algo—les comento.

Tomo el vestido y lo miro pensativa unos momentos. En ese momento sus ojos brillaron y rápidamente tomo una tela negra del montón de ropa. Le pidió aguja, hilos y unas tijeras a Alya. Esta se las entrego, sabiendo lo que iba a hacer. La azabache se puso a trabajar enseguida.

Cuando termino, le mostro orgullosa su trabajo. No había hecho grandes cambios al vestido; había cortado un poco el volumen y con los pedazos había hecho unos guantes; con la tela negra hizo un par de detalles, que daban un toque elegante.

Tikki y Alya lo admiraron emocionadas. Antes era encantador, ahora era una belleza.

—Es hermoso—exclamo emocionada Tikki—. El amo se desmayara cuando te vea.

Marinette se sorprendió ante su comentario. Pensar que el la encontrara bonita le produjo una extraña sensación en el estómago. Tal vez fue el pescado que habían comido.

—Basta de charla—dijo Alya con voz autoritaria—. Todavía tenemos que arreglarte.

Entonces le quito el vestido, poniéndolo sobre la cama y tomándola del brazo la arrastro al baño.

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—¿Y si se arrepiente o no le gusta?—decía por enésima vez cierto gato negro.

—Amo, tranquilícese. Estoy seguro de que le encantara. Confié en mí—respondió Plaga.

Chat Noir simplemente respiro profundo, intentando relajarse, justo en el momento en que se sacudió el agua de la bañera. Desgraciadamente termino mojando a Plaga, apagándolo.

—Lo siento—se disculpó a la vez que se ponía una bata y se sentaba frente a un espejo viejo.

—No se preocupe—dijo restándole importancia—. Ahora debes de arreglarlo. Esta noche le dirá lo que siente.

—Ahora me siento como un ingenuo—confeso—. Ella no puede amarme. Solo mírenme.

Max, Nino y Plaga lo miraron seriamente, tratando de decirle algo con la mirada.

—Amo, el verdadero amor ve con el corazón—comento con sinceridad Nino.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?

-Porque yo amo a un ropero y Plaga a un plumero. Para nosotros, no importa la apariencia que tengan porque siguen siendo las mujeres de las que nos enamoramos. Todo depende de que encuentre a la persona indicada.

—La persona indicada no existe. Al menos para mí—dijo amargamente—. Y si así fuera, ¿Cómo lo sabría?

—Señor, ¿Qué piensa de Marinette?—pregunto de repente Max.

Aquello lo tomo con la guardia baja pero le respondió.

—Pienso que es muy inteligente y realmente valiente. Es muy decidida y tiene sus morales firmes, aunque cuando los demás no piensen de la misma forma—esbozo una pequeña sonrisa—. Tiene una curiosidad enorme por todo. Es divertida, perseverante, amable, bondadosa, creativa y tiene mucho talento en la moda. Además, es tan bonita que me quita el aliento, no importa lo que lleve puesto.

-¿Y qué siente cuando esta con ella?- cuestiono Nino, tratando de hacérselo más fácil.

—No sé cómo explicarlo. Es como si el tiempo no existiera.  Cada vez que ella me sonríe, mi corazón se acelera. Cada vez que me abraza, me siento libre y al mismo tiempo en casa. Y cada vez que miro sus ojos, siento que no quiero estar en ningún otro lugar más que a su lado, porque lo que veo ahí no lo veo en otro lado y pareciera sencillo poder dejarlo todo pero imposible dejarla a ella—admitió en un susurro lo último.

—Así es como lo sabe—expreso Plaga.

—¿Saber qué?—pregunto confundido.

—Que encontró a la persona indicada—le aclaro pacientemente—. Solo alguien que estuviera enamorado sería capaz de expresar todo eso con tanta seguridad.

Aquel hecho fue como un golpe: repentino y poderoso. Era tan simple y complicado; tan normal como extraño.

La amaba.

La Bella y El GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora