Capítulo 17

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"Lo nuestro fue tan inesperado, que nos encontramos sin buscarnos."
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Al principio solamente había calma, oscuridad y frió pero poco a poco una sensación cálida recorrió su cuerpo, recuperando el control de este. Abrió los ojos y se maravilló ante aquella acción.

Regrese, pensó feliz. Fue parándose lentamente, probando su estabilidad. No sintió ningún mareo o dolor. Realizo una rápida inspección a su cuerpo, descubriendo, asombrado, que era humano otra vez. Sin poder creerlo completamente volvió a mirarse, esta vez con más detenimiento.

Una vez que se convenció de que no era un sueño su mirada reparo en un cuerpo tumbado unos metros frente a él. Angustiado, corrió hacia el cuerpo de la joven. Se arrodillo y la tomo suavemente entre sus brazos. Ante la serenidad de su rostro no pudo evitar pensar que se veía como un ángel. Su ángel.

Asumiendo apesadumbrado que estaba muerta acaricio su mejilla. Sin embargo, al pasar cerca de sus labios, sintió una débil exhalación entre sus dedos. Volvió a acercarla, con algo de inseguridad. Esta vez la exhalación fue más fuerte.

Sonrió aliviado. Esta viva, repetía en su cabeza como un mantra. Beso su frente y acerco su boca a su oído, diciendo una y otra vez la misma palabra.

—Despierta.

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Marinette luchaba contra la bruma en la que se hallaba envuelta. Trataba de abrir sus ojos pero estos no le respondían. Buscaba en cada rincón de su mente el control de su cuerpo. De repente escucho algo. Una voz pero no era cualquier voz. Era una que se le hizo extrañamente familiar; una que le produjo un extraño sentimiento que hormigueo en sus venas. Un color recorrió su mente. Un color que le llamaba de otro lugar. Un reluciente e intenso verde.

Una mano le toco la cara.

Mi lady, despiertesusurro una voz—. Su caballero de suave pelaje la está esperando.

La bruma se aclaró un poco, lo suficiente para que se volviera hacia el sonido. Con el aquel movimiento por fin pudo encontrar el control.

Abrió sus ojos, encontrándose con el verde que recordaba. Esmeralda, brillante y cautivador. No obstante, su vista se enfocó en la persona que tenía delante de ella. Era un joven rubio y esbelto, que debía de rondar los veinte años. Sus ojos verdes reflejaban felicidad y alivio. Entonces lo recordó: era el príncipe de los cuadros.

Se separó de él y se levantó con cuidado, buscando inútilmente a su amigo felino.

-Marinette- dijo el príncipe.

Lo miro extrañada por el hecho de que supiera su nombre. Se acercó a él, dispuesta a preguntarle cuando al mirarlo directamente distinguió el brillo característico en los ojos de la Bestia junto con su sonrisa socarrona.

¿Chat?pregunto dudosa.

Adrien, mi ladyrespondió sonriendo.

Marinette rio, confirmando que si era su amigo. Alzo sus manos y toco su rostro, raspándose por la insipiente barba de él. Adrien imito su acción. Sin despegar la mirada del otro, se fueron acercando hasta que sus labios se encontraron, formando un lento y tierno beso que los embargo de una sensación que se asemejaba a la suavidad de un suspiro y a la fuerza de un tornado, pero con la calidez de un incendio.

En ese momento el sol se asomó por el horizonte, y por primera vez en años su luz atravesó aquella inquebrantable barrera, llevándose cada rastro de frio y devolviendo lo que se había perdido.

La Bella y El GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora