2_Tranquilidad

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Habían pasado dos días desde el ataque de Nature. La akumatizada no había vuelto a aparecer. Ni ella ni ninguna otra amenaza. Lo cual preocupaba a nuestros héroes. ¿Dónde estaría aquella chica? ¿Qué le habría pasado?

Era noche cerrada en París. Las estrellas brillaban con luz propia la oscuridad que había inundado la ciudad del amor. Pero, para Chat Noir, ninguna brillaba más que su dulce Ladybug. Ambos recorrían los tejados de la ciudad en busca de algún indicio de la presencia de Nature. Una vez más... nada.

Saltaron otra vez y llegaron hasta uno de los niveles de la Torre Eiffel. Ladybug, desanimada, se apoyó en la barra de metal y contempló París. Se veía tan linda la ciudad de noche. Era una de las cosas que más le gustaba de aquello, poder observar su hogar desde las alturas. Aquellas vistas siempre le hacían olvidarse de todo, pero aquel día era diferente. Estaba demasiado ocupada perdiéndose en sus cavilaciones sobre Nature. Su compañero notó su estado de ánimo. Se acercó a ella y imitó su posición para luego decirle sin mirarla:

-Tranquila, la encontraremos y todo se arreglará. Ya lo verás- ella lo miró, pero él estaba perdido en la lejanía. Un instante después posó sus ojos verdes de gato sobre ella y le sonrió- Por algo somos Ladybug y Chat Noir, los héroes de París- dijo en tono solemne, haciendo reír a la muchacha. Al verlo, rió también para luego acariciarle la mejilla mientras le dedicaba una mirada tierna. Ladybug sintió sus mejillas arder baje la mano de su compañero-. No dejaré que vuelva a dañarte, te lo prometo.

Esa sonrisa dulce, tan tierna, le gustaba más que la sonrisa pícara que solía mostrar. Tal vez fuera un graciosillo que soltaba sus chistes en el peor momento, pero cuando su lado protector hacía acto de presencia, era digno de admirar.

Por otro lado, un barullo de sentimientos recorrían a Chat Noir. El amor se mezclaba con la preocupación junto con la frustración de saber que, pese a todo, ella iba a seguir rompiéndose la cabeza con aquella villana que casi los mata a los dos días atrás. No sabía como hacerle olvidar, recordaba bien lo que había pasado después de que ella desapareciera. Aquel día había sido horrible. Se sacudió esos pensamientos de encima. Debía olvidarlo y ser fuerte por los dos. Y tenía que hacer olvidar a la chica a toda costa. Si pensaban en lo ocurrido, cuando volvieran enfrentarse a Nature, le tendrían miedo. Entonces ella aprovecharía y les vencería. Y no podían permitirse el lujo de perder. No solo estaban París y las vidas de miles de personas en juego... también lo estaba la de su amada compañera. 

Se incorporó y acortó la distancia entre los dos. Tal vez decirle cómo se sentía cuando estaba con ella haría que se olvidaran un poco de la agobiante situación. Antes de aquel día ya estaba pensando en dar el primer paso. No quería perder a su amor, quería estar con ella y demostrarle que la amaba sin tener que guardar las distancias. 

-Ladybug, yo...- y, aún así, había algo que se lo impedía. No sabía si era miedo al fracaso o duda de lo que realmente sentía-... sabes que no dejaría que nadie te hiciera daño... nunca, ¿verdad?- ella apartó la mirada un segundo, pero pronto volvió a posar sus bellos ojos azules en los de él. Chat Noir acortó todavía más la distancia que separaba sus jóvenes cuerpos. Ladybug no se movía. Se había quedado paralizada, no podía pensar y mucho menos hablar. Una voz en su interior le decía que su compañero se le estaba declarando, pero su sentido común se empeñaba en negarlo mientras observaba como él se iba acercando cada vez más. Sus ojos verdes bajaron por un segundo a sus labios, a esos labios rojos que tantas veces había soñado en besar-. Bichito, yo... yo te a...

Estaba dispuesto a acabar, mas un pitido sonó en medio de la noche, interrumpiéndole. Al escucharlo, toda la magia del momento se esfumó. Se quedó inmóvil, con el "te amo" en los labios. ¿Por qué siempre le pasaba en el peor momento? Por un momento pensó en la posibilidad de quedarse allí, declararse y dejar que su amada viera su verdadera identidad. No puedes hacer eso, nadie puede saber quién eres, le parecía oír la voz de Plagg en su mente recordándole la importancia de mantener aquel gran secreto. Cerró los ojos y suspiró. Debía irse.

Nuestro secreto a vocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora