4_Rumores

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La luz de la mañana entraba por las ventanas del aula, intentando despertar a los somnolientos alumnos que rogaban por que llegara la hora de salir de allí. La profesora explicaba conceptos a los que Marinette no prestaba ni la más mínima atención. Tenía el mentón apoyado en la palma de la mano y su mirada iba más allá del encerado. 

En determinado momento había notado que más de uno la miraba. Esa sensación se había intensificado tras el fin del recreo. Aunque no le importaba, ese día todo le daba igual. Estaba absorta en sus pensamientos. La noticia que sus padres le habían comunicado le había afectado más de lo normal, pero no podía hablar con nadie. Para hablarlo, debería partir de la base que ella era Ladybug y eso era imposible. Ni siquiera podía decírselo a Chat Noir, podría poner en peligro su identidad. Era lista, sabía que Chat Noir podía ser cualquiera. Desde uno de sus compañeros hasta un desconocido que viviera al otro lado de la ciudad. Estaba claro que no podía ser ninguno de los que hasta ese día había sido akumatizado, pero eso solo reducía la lista a... miles de personas. No se preocupaba por eso. Le daba igual quién fuera siempre que estuviera ahí cuando lo necesitara. El superhéroe gatuno ya se había convertido en una parte importante de su vida. 

Por todo esto tenía que esforzarse por mostrarse normal, como si no pasara nada. Tenía que sonreír y mostrarse contenta porque sus padres le permitieran desconectar de los estudios. Seguramente sería el sueño de muchos adolescentes. El de ella no. Ella no podía irse, no debía. Era como traicionar a aquellos que contaban con su presencia. la seguridad de París estaba en juego... ¡¿Cómo iba a mostrarse feliz?!

Suspiró por vigésima vez esa mañana antes de apartar por vigésima vez también esos pensamientos de su mente. En el intervalo que tenía lugar entre dejar sus preocupaciones de lado hasta que estas volvieran, era ahí cuando más notaba las miradas de muchos fijadas en ella. Una nueva duda nacía entonces en su interior. ¿Por qué la miraban tanto?

* * * * * * * * * * * * * * * * * *  

(Unas horas antes) 

-Buenos días, Alya- dijo Marinette con ilusión finjida.

Las amigas se saludaron y se sentaron en las escaleras de entrada al edificio. Marinette había llegado temprano, algo nuevo. Aunque se moría de sueño, aquella noche no había podido dormir. Así que decidió hacer algo bien y levantarse temprano para llegar antes de que tocara el timbre de entrada. 

Alya notó el estado en el que se encontraba su amiga. Cierta preocupación la invadió y decidió averiguar la razón de que prácticamente se estuviera quedando dormida allí mismo. 

-Creo que alguien ha trasnochado...- dijo en tono insinuante.

En una situación normal, los pensamientos de Marinette irían directamente al patrullaje nocturno con Chat Noir, se pondría nerviosa y empezaría a balbucear y a soltar excusas. Pero esta vez era diferente. Tras bostezar, la miró con ojos cansados. No podía decirle el por qué de su preocupación. Sin embargo debía comunicarle que no se encontraría en París ese fin de semana, había quedado con ella el sábado por la tarde. No haría ningún mal diciéndole la verdad. 

-¡Qué va!- suspiró y rodó los ojos, fingiendo una sonrisa- Ehhh... Alya...

-¿Si?

-El sábado no voy a poder quedar- antes de que preguntara la razón , se la dijo-. Mis padres han decidido que sería bueno para mí alejarnos un poco de la ciudad.

Antes de que se explicara mejor, miles de posibilidades asaltaron la mente de Alya. La más dolorosa así como la más falsa era que su mejor amiga se iba para siempre de la ciudad. Stapó la boca con las manos ahogando una exclamación. 

Nuestro secreto a vocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora