21_ Una idea arriesgada

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El bastón de oro calló y el grito emitido por su dueña heló la sangre de todo París.

El tallo aflojó su agarre y Adrien siguió al cetro en su caída.

Entonces, todo pasó muy rápido. Marinette se lanzó por el borde de la torre, tratando de llegar hasta Adrien. El corazón le iba a mil. No podía fallar. Si no llegaba hasta él, el muchacho moriría. Y la culpa habría sido suya por su arriesgada decisión. No iba a fallar. Era ladybug. Ella nunca fallaba. Junto sus brazos al cuerpo lo máximo posible para poder caer con más velocidad. Apenas tenía diez segundos o los dos morirían. Uno... Dos... Tres... Su mano agarró el pie de Adrien y lo impulsó hacia atrás, de nuevo hacia el cielo. El chico no comprendió lo que estaba ocurriendo. No lo había cogido y apenas unos segundos después volvería a caer y Ladybug no podría estar ahí para rescatarlo. Pero Marinette tenía un plan. Faltaban cinco segundos para el impacto.  Alcanzó el feretro. Cuatro segundos. Rompió aquel objeto de oro  y un akuma salió volando. Tres segundos. Entonces lanzó su yoyo hacia el cielo y este se enganchó en una de las gárgolas de Notre Dame. La cuerda dio un tirón al llegar a su límite y Ladybug se elevó un poco, lo suficiente para sujetar a Adrien y volver a caer. Pero esta vez estaban seguros. Descendieron con más ligereza hasta posarse ambos en el suelo. 

-Estamos a salvo- le dijo Ladybug mientras aun lo sujetaba.

-Sí- el muchacho le sonrió de vuelta. Su corazón iba a mil. 

Una vez el yo-yo volvió a ella, Marinette se dispuso a capturar el akuma... Pero aquello no había acabado.

Un haz de oscuridad impacto contra el cuerpo de la muchacha, lanzándola hacia atrás con fuerza. La muchacha cayó al suelo y su cuerpo rodó sobre los adoquines. Adrien corrió tras ella y se agachó a su lado. La puso boca arriba para examinar los daños pero solo encontró un circulo negro en el vientre y unas rayas oscuras que salían de su vientre y se extendían por el cuerpo poco a poco. Adrien posó su mano en la mejilla de la muchacha y descubrió que su piel estaba helada. Al principio apartó la mano rápidamente pero después la deslizó desde la frente hasta la mejilla heladas. 

-Marinette, despierta. Háblame- buscaba cualquier señal que le indicara que sus sospechas y miedos eran falsos-. Marinette, por favor, háblame.

Sus susurros eran ahogados por el viento que acababa de levantarse. En la lejanía una risa tronó como si una tempestad se acercara. 

-¿Creyó que por romper un adorno me vencería? ¡Qué ingenua, pequeña!- avanzó hacia Ladybug, dispuesta a coger el prodigio de la muchacha.

Pero Adrien no pensaba dejar que esa mujer se acercara a su compañera. Le dio un dulce beso en la frente helada de la chica. Sintió como si besara hielo. En silencio le prometió protegerla hasta el final.  Se levantó y se interpuso entre el cuerpo inerte de la chica y la akumatizada.

-Si quieres llegar a ella, antes tendrás que matarme. 

-No lo digas dos veces, gatito- soltó una risa que congeló la sangre del muchacho pero este no se amilanó. Se puso en posición de defensa. No pensaba dejarla ganar. 

Nature levantó los brazos, con las palmas apuntando a Adrien. Un orbe de energía oscura se formó en sus manos para salir disparado, directo hacia Adrien, segundos después. Este saltó para esquivarlo. Miró a su alrededor, buscando algo que pudiera ayudarle, mientras esquivaba más orbes oscuros. Lo único que encontró fueron los cubos llenos de botellas de agua de los vendedores ambulantes. Entonces tubo una idea. Cogió la tapa de uno de los cubos y la colocó como escudo. Acto seguido corrió hacia Ladybug, que aún no se había despertado. Con el brazo libre le rodeó la cintura y trató de levantarla. Un orbe de energía volaba hacia él. Se dio cuenta en el último momento y levantó su improvisado escudo para evitar el impacto. El orbe rebotó y, pillando a Nature desprevenida, impactó contra su costado, haciéndola caer. Adrien aprovechó el momento para arrastrar a Ladybug lejos de Nature. Estaban en las puertas de la catedral cuando Adrien se percató de que Nature seguía en el suelo, intentando levantarse pero sin éxito. Entonces comprendió el verdadero daño de los golpes de Nature, ni siquiera ella misma estaba a salvo... y eso podría ser una gran ayuda. Arrastró a Ladybug dentro de la catedral y cerró las puertas. La llevó hasta uno de los recovecos de la catedral, allí donde estuvieran ocultos. Dejó su improvisado escudo a un lado y levantó el busto de la chica, a la cual había dejado recostada contra la dura pared de piedra. Arrodillado a su lado, la zarandeó con  cuidado, intentando que abriera los ojos.

-Por favor despierta. No tengo poderes. No puedo hacer esto sin ti. 

Las venas negras seguían deslizándose por el cuerpo de la joven, desde su centro negro, llegando ya casi a su rostro. Los primeros hilos negros se asomaban por su mandíbula. Aquello no auguraba nada bueno.

-Por favor... no sé qué hacer... 

Las puertas de la Catedral se abrieron con brusquedad, dando pasó a un viento gélido que se apoderó de la estancia. Adrien abrazó con fuerza a Ladybug. No dejaría que le ocurriese nada malo. Tenía que pensar una forma de ganar aquella batalla y salvar a su compañera. Miró a su alrededor cuando el viento cesó, tratando de buscar algo para combatir a Nature. Ya no era Chat Noir, era Adrien Agreste y tenía que luchar con lo que tenía... o París caería. Su mirada se posó en una de las reliquias que albergaba aquella gran capilla. Cogió el escudo y dejó a Ladybug oculta entre las sombras. Con sigilo trató de desplazarse por el lugar. 

- Gatiiiitooo... ¿Dónde estáaaas? 

La voz de Nature reverberó en la catedral, llegando a cada rincón. A pesar del frío que transmitía, Adrien no se detuvo. Continuó caminando hasta llegar a donde quería. 

Nature entró en la estancia. Sus tacones repiqueteaban con cada paso. Sus pasos era lo único que se escuchaba en el silencio espectral de la catedral. Al llegar justo al centro de la estancia, entre los bancos de madera, dio una vuelta sobre si misma, deteniéndose justo frente al altar. Se subió a él. Caminaba con lentitud. Sabía que todo estaba yendo según sus planes a pesar de la imprevista pérdida del arma que canalizaba y potenciaba su poder. Aunque aquella pérdida no suponía un gran dolor para ella. Con el paso de los días, Nature había aprendido a controlar sus poderes con sus manos, canalizando la energía negativa que emanaba de su cuerpo, controlándola. Se había hecho más fuerte, más dura, más invencible. Conseguiría lo que quería. París caería ante sus pies. Posó una mano sobre el altar donde aun había agua bendita. La energía oscura viajó por su cuerpo y pasó a través de su mano. El altar estalló en mil pedazos. Ella tenía el control. 

De repente, algo captó su atención. Se dio la vuelta en el momento justo para encontrarse con un Adrien que corría hacia ella, con un escudo en un brazo y blandiendo una enorme espada de plata a la cual los rayos del sol que osaban traspasar los ventanales arrancaban destellos.   De un salto esquivó el mandoble y se alejó de Adrien. 

-El gatito saca las garras.

-No ganarás- fueron las únicas palabras que pronunció Adrien antes de abalanzarse de nuevo sobre ella. 









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