Año 1961

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SITUACION POLITICA

La agitación política en este año no se hizo esperar. Mientras el C.S. Army reposaba confiado en los territorios recién conquistados, grupos de "rebeldes" (según la opinión de Houston, naturalmente) comenzaron a recibir cargamentos de armas vía Filipinas en cajas a las cuales se les habían borrado, no con muchas ganas, las estrellas rojas y las palabras en alfabeto cirílico.

Llegados también de países sudasiáticos pero con aspecto caucásico cientos de "consejeros" militares comenzaron a repartirse por toda Centroamérica integrándose en los grupos guerrilleros contrarios al régimen de Houston que comenzaron a proliferar por las zonas conquistadas.

Los primeros indicios de esta ayuda "desinteresada" de dichos consejeros se dieron en el ataque al Centro de Ocupación Militar de San Salvador, realizado por la Guerrilla de Liberación Nacional Salvadoreña. La gran estrategia de la que hizo gala este pequeño grupo, unida a un arsenal moderno, dio como resultado la casi total destrucción del puesto de control local que contaba con un importante porcentaje de tropas de élite confederadas. Similares ataques realizados sobre los OMC de Guatemala y Puerto Vallarta hicieron sospechar a Houston de que estos pequeños grupos recibían ayuda de una potencia enemiga de los CSA, y dichas sospechas recayeron inmediatamente en la SSSR.

Al estar la SSSR en posesión de un gran contingente de armas nucleares hizo que los CSA evitasen anunciar públicamente la implicación de los soviéticos en esos ataques, pero en contrapartida y también de manera oculta comenzaron a armar y adiestrar a grupos islámicos de las repúblicas de Kazajstán y Uzbekistán contrarios al régimen de Moscú.

Por otra parte, intuyendo los intereses rusos en Sudamérica, un nuevo plan ofensivo comenzó a trabajarse en las mesas del Ministerio de Defensa confederado, que estudiaba la posibilidad de invadir y controlar todo el Sur del continente eliminando las probabilidades de expansión rusas en América y quedando únicamente libre Canadá, una democracia que jamás aceptaría las ideas soviéticas.

Ignorantes de estos planes los países sudamericanos seguían manteniendo contactos secretos con la SSSR como en el caso de Chile, donde las conversaciones habían avanzado tanto que ya se hablaba de convertir al país en una Potencia Asociada a la SSSR, el primer paso para convertirse en la República Socialista Soviética de Chile.

Australia, mientras tanto, se despreocupaba de la situación mundial y más bien se preocupaba de no aparecer en ella. El gran poderío económico de la gran isla se estaba invirtiendo en mejorar la calidad de vida del país y en crear nuevas empresas en el extranjero o invertir en otras ya creadas y, en principio, de otra nacionalidad. Para evitar suspicacias estas inversiones se realizaban por medio de terceros borrando todo rastro australiano de la adquisición de acciones, pasando a controlar el gobierno australiano empresas de la talla de Shell y Texaco, en el plano petrolífero, o de Nestlé, en el alimenticio. Ningún país se dio cuenta de estos movimientos de capital ni de la gran cantidad de beneficios que desde estas y otras empresas, y después de muchas vueltas, terminaban llegando a las arcas del gobierno australiano o de los grandes inversores del mismo país. El Plan McLeod, llamado así por el presidente de Australia en 1.961, John McLeod, llevaría a Australia en pocos años a poseer el control de las principales empresas multinacionales, lo que traería consigo poseer el control de una gran parte de la economía mundial, haciendo innecesaria la posesión de un ejército para defenderse de los grandes imperios.

A medida que pasaban los años y que los CSA iban creciendo por el Sur, los USA comenzaban a perder parte de los pocos estados que les quedaban al integrarse Kansas, el 4 de Agosto, como miembro de pleno derecho en los CSA. El resto de estados seguían sumidos en la depresión económica aparte de una depresión popular generalizada. La derrota infligida a los orgullosos norteamericanos había hecho que los restos de la nación aceptasen la derrota (los últimos luchadores del U.S. Army fueron detenidos y condenados a muerte el 9 de Enero) y bajasen su cabeza para que en ella fuese colocado el yugo confederado. Como muchos sociólogos estudiaron y afirmaron años más tarde, el temperamento y el orgullo de los estadounidenses se vio tan machacado, fue tan humillante para ellos, que la reacción de éstos fue una sumisión total a los deseos confederados, una reacción mucho más fuerte que la sufrida por el pueblo japonés tras la Segunda Guerra Mundial. Las esperanzas de futuro para las generaciones de posguerra eran bastante negras, en un mundo que les había dado la espalda e ignoraba sus penurias, y con un imperio poderoso que cuidaría de que no se desarrollasen en exceso.

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