Capitulo Dos.

5.9K 279 20
                                    

Capitulo Dos.

Tamborileó con el índice sobre la esfera de cristal de su reloj de pulsera, e intentó refrenar la irritación que estaba apoderándose de él. Aquel retraso trastocaría por completo su agenda del día, y aquello era inaceptable.

—¿Quieres vaya a averiguar qué pasa?

Jack se volvió hacia su ayudante y amigo, Dave Healy, y negó con la cabeza.

—No, esperemos cinco minutos más. Si para entonces estamos igual, yo mismo iré a ver qué ocurre.

Dave se encogió de hombros y se apoyó en la pared.

—Como quieras; es tu funeral.

—Querrás decir mi boda.

Dave sonrió.

—Según lo mires.

—Ya.

Jack se puso a caminar de nuevo arriba y abajo por la pequeña antesala anexa al salón donde estaban esperando. Dave nunca lo había apoyado en su decisión de casarse con Stephanie. Estaba felizmente casado con la que fuera su novia de la universidad, y creía que cuando uno se casaba debía ser por amor.

Él, en cambio, opinaba de un modo muy distinto. Para él el amor era sólo un estorbo, algo que le enturbiaba a uno la mente y le impedía pensar con claridad, así que prefería considerar el matrimonio como una operación mercantil, como una especie de… fusión de empresas.

Fue hasta los ventanales emplomados, que se asomaban a la piscina y los jardines, y observó distraído aquella escena iluminada por el sol de ese día de principios de primavera. Las ramas de la mayoría de los árboles estaban aún desnudas, y en los rosales apenas estaban empezando a asomar los primeros capullos, pero había notas de un rojo intenso y un naranja encendido en la mezcla de flores de otoño e invierno que se alzaban en los parterres que bordeaban el camino hasta los vestuarios de la piscina.

Su mente, sin embargo, no estaba ocupada en aquellos detalles, sino en Stephanie Moreland, la mujer con la que debería estar casándose en ese momento. Se conocían desde hacía varios meses, y cuando él le había pedido matrimonio seis semanas atrás, ella había aceptado con calma y dignidad… tal y como había esperado.

Stephanie tenía todas las cualidades que siempre había pensado que debía tener su futura esposa: era elegante, inteligente, y lo suficientemente rica como para no tener que preocuparse de que sólo estuviera interesada en su dinero. En todos aquellos meses no habían saltado chispas entre ellos ni nada parecido, pero se sentía razonablemente satisfecho con su elección.

Además, necesitaba una esposa, y la necesitaba por un motivo concreto: porque en el mundo de los negocios había unos cuantos directivos de empresas chapados a la antigua que consideraban que un hombre soltero era un hombre que no había sentado la cabeza y en el cual no se podía confiar.

En cambio, con Stephanie a su lado, Industrias Harries podría continuar creciendo como había planeado.

Una de las hojas de la enorme puerta de roble que había tras él se abrió en ese momento, y Jack se volvió. La organizadora de eventos de la finca Rumsfeld era quien había entrado. Era alta, morena, con los ojos profundamente negros… y no tenía demasiada paciencia. Más de una ocasión había tenido de comprobarlo durante las semanas que había estado tratando con ella para ultimar los preparativos de la boda. Parecía eficiente, no obstante, y sin duda ése debía ser el motivo por el que los Rumsfeld no la habían despedido.

Sociedad de Escándalo. (Jack Harries.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora